El 19 de marzo de 1984 se publicó este famoso nº de la revista TIME; famoso por su portada con una obra del artista pop Andy Warhol, dedicada a Michael Jackson.
Mañana se cumplen 29 años de su publicación y, en recuerdo, he traducido el artículo principal.
(Es un pelín largo, aviso. )
¿Por qué él es un Thriller?
Dentro de su mundo
TIME MAGAZINE. 19 de marzo de 1984
Las canciones de Michael Jackson, sus pasos y su aura sexy marcan el llamativo ritmo de la década.
Pregunta rápida, sin tiempo para pensar: ¿Cuál de los dos es Michael Jackson?
¿El joven esbelto de rizos negros y sonrisa abierta que sale de su Mercedes para entrar en el glamour y resplandor de Melrose Avenue, en Los Ángeles, llevando una brillante chaqueta de piel roja y cota de malla con 27 cremalleras, mientras va de compras acompañado de su madre y de su manager?
¿O el joven de corbata y jersey que sostiene una copia de Watchtower y está de pie ante la puerta de un apartamento en Thousand Oaks, un suburbio a 40 millas y diferente estilo de vida de Melrose, y que fija su profunda mirada en la indiferente joven que abre la puerta mientras dice: “Hoy estoy aquí para hablarte de la palabra de Dios”?
La chica cerró la puerta en las narices a Michael Jackson. Y el imitador de Melrose Avenue es Eric Evans, de 17 años, que está haciendo realidad una fantasía y ha gastado 550$ en una chaqueta roja, un duplicado de la que Jackson llevaba en Thriller. La chaqueta que Eric ya lleva puesta es exactamente como la de Jackson en Beat It. Es un sueño bastante inocente, en realidad. Eric solo quiere parecerse a la mayor estrella del mundo.
Estrella de los discos, de la radio y del vídeo. Un equipo de un solo hombre al rescate del negocio de la música. Un compositor que marca el ritmo de la década. El bailarín más sofisticado de la calle. Un cantante que trasciende todos los límites del gusto y del estilo, incluso del color. Michael Jackson, 25 años.
Los números, siendo increíbles, se están convirtiendo también en indelebles. ¿Cuántos Beatles hubo? ¿Cuántos lanzamientos acertó Babe Ruth? ¿Cuántos Premios Grammy ganó Michael Jackson el 28 de febrero? ¿Cuántas copias se han vendido de Thriller? Bueno, la de los Grammys es fácil. Jackson ganó la cantidad sin precedentes de ocho. La pregunta del álbum lleva trampa, porque siguen vendiéndose discos; mucho más allá del punto que nadie esperaba: Epic Records vende más de un millón de copias por semana en todo el mundo; hasta la fecha se han vendido más de 30 millones de copias. Hay nueve canciones en el álbum; siete de ellas han sido publicadas como singles, todas han alcanzado el Top Ten y dos de ellas el nº 1. “No creo que las ventas del álbum hayan terminado”, dice Walter Yetnikoff, presidente de CBS Records, con una ligera guasa. “Hay unos 200 millones de personas en este país y hemos vendido solo 18 millones de copias aquí. Queda un poco por hacer”.
“Lo mejor que le puede pasar a una compañía discográfica es tener un éxito. Y la segunda mejor cosa que le puede pasar a una discográfica es que consiga un éxito para otros”, dice David Lieberman, cuya empresa, Lieberman Enterprises, reúne mas de 2000 tiendas de discos. “Toda la industria tiene un interés en este éxito”, comenta Gil Friesen, presidente de A&M. Los efectos colaterales de Thriller han dado al negocio su mejor año desde el vertiginoso 1978, cuando se obtuvieron unos beneficios estimados de 4.1 billones de dólares.
Thriller ha sido álbum nº 1 durante 33 semanas. Es el más vendido; de cualquier clase, de todos los tiempos. Recuerden esto, como apunta el abogado de Jackson, John Branca: “Michael tiene el mayor margen de beneficio de la industria”. Eso se traduce en aproximadamente 2 dólares por cada uno de los más de 18 millones de discos vendidos en Estados Unidos. Ahora ya tienen una idea de lo que Jackson lleva como dinero de bolsillo estos días. Sin contar, por supuesto, los beneficios por los compact discs o las ventas de unas 350.000 copias a 29.95 $ del vídeo llamado ‘Making Michael Jackson’s Thriller’. O beneficios por la venta de otros álbumes anteriores. O las ventas de Thriller en el exterior. O la inminente llegada de beneficios por el muñeco Michael Jackson, que aparecerá en mayo a un precio de 12 $.
Sin embargo, las predicciones de tan inmenso fenómeno no pueden encontrarse exclusivamente en los gráficos y balances de ventas. Cuando el pelo de Jackson se quemó durante la grabación de un anuncio para Pepsi-Cola en enero pasado, el percance provocó titulares en la prensa de todo el mundo. Una vez terminados, dos anuncios de Pepsi presentaron a Jackson y a sus hermanos en un estreno en MTV. Al día siguiente, CBS, ABC y NBC transmitieron en sus programas matinales de noticias uno o los dos anuncios como la noticia del día, y sin cobrar por ellos.
Jackson y sus hermanos tiene planeado comenzar una serie de conciertos en junio con la que está programada como la gira musical más grande de la historia. Está patrocinada por Pepsi y los Jackson ya han recibido 5 millones de dólares. Además recibirán el 85% neto de las entradas y King y sus padres, Katherine y Joseph Jackson, el 15% restante. King, una simpática y pomposa figura cuya experiencia en el mundo del espectáculo se limita a haber sido agente en combates de boxeo, estima que “si los chicos deciden explotar todas las posibilidades de promoción y marketing, tales como camisetas, conciertos en tv de pago, líneas de ropa, de perfumes y productos de marca, la gira les puede ofrecer unos beneficios de 100 millones de dólares”.
Jackson y sus hermanos; primero Jackson 5 y después simplemente los Jacksons, ofrecieron algunas de las más atractivas y populares interpretaciones de rhythm-and-blues de los 70. (Hay nueve hermanos y hermanas en la familia: Maureen, “Rebbie” de 33 años, Jackie de 31, Tito de 29, Jermaine de 28, LaToya de 27, Marlos de 26, Michael de 25, Randy de 21 y Janet de 17). Pero con la publicación en 1979 de “Off the Wall”, el primer álbum en solitario de Jackson para Epic, resultó claro que el líder del grupo estaba marcando un paso que sería difícil de seguir para cualquiera. Off the Wall, que salió durante la época de crisis en el mundo discográfico, vendió 8 millones de copias en todo el mundo y alineó cuatro éxitos en el Top Ten.
Esas cifras son impresionantes para todos los estándares, excepto para los que Jackson ha establecido con Thriller. “Michael está haciendo esta gira para ayudar a su familia”, según King. “Creo que esta será la última gira que Michael hará con ellos”. En caso de que suene demasiado al último mensaje hippy, tenemos a su abogado Branca para recordarnos que “Michael está muy informado y al tanto de lo que está pasando en su vida; en un grado sorprendente. Él es su propio Rasputín”.
Para una industria discográfica estancada en la frontera entre las ruinas del punk y las regiones chic del pop electrónico, Thriller significó una profunda restauración de la confianza, un rejuvenecimiento. Sus efectos en los oyentes, especialmente en los más jóvenes, fueron cercanos a una revelación. Thriller volvió a llevar la música negra a la mayoría de las cadenas de radio, de las que había sido efectivamente desterrada después del “restrictivo formato de programación” introducido a mediados de los 70. El público pudo poner más gas al pop y cortar su dieta de heavy metal con una dosis del más rápido soul del momento. “No tengan duda”, dice el compositor y arreglista Quincy Jones, que produjo Off the Wall y Thriller con Jackson. “Nos está llevando justamente a donde pertenecemos. La música negra tuvo que ocupar un papel secundario durante mucho tiempo, pero su espíritu es todo el motor del pop. Michael se ha conectado con todas las almas del mundo”.
Thriller no tiene la desafiante inmediatez o el extraño fervor de un rap como el de White Lines (Don’t don’t do it) y le falta lo más pegadizo del rap callejero. Pero es consumado rhythm and blues contemporáneo. Jane Fonda, una de las colegas de Jackson, lo dice tan esmeradamente y en forma tan bonita como cualquier crítico musical: “Michael tiene un sonido fresco y original. La música es enérgica y sensual. Puedes bailar con ella, trabajar con ella, hacer el amor con ella, cantar con ella. Es difícil quedarse sentado y quieto”.
Puesto que la letanía de Fonda resume ordenadamente la gama completa de las actividades de ocio americanas contemporáneas, no es extraño que Jackson esté en el aire en todas partes. El pulso de América y de la mayor parte del resto del mundo se mueve irregularmente, latiendo a un tiempo con el duro y arrogante Billie Jean, la ópera del asfalto Beat It o los soberbios escalofríos geniales de Thriller. Thriller ha estado en las listas japonesas durante 65 semanas consecutivas y los jóvenes ídolos de allá están copiando los movimientos de Michael e incluso están cantando algunas de sus canciones. Thriller es también el disco más vendido en Suráfrica: Jackson, se podría decir, acerca las distancias en la grieta producida por el apartheid, reflexiona un ejecutivo de una compañía discográfica. La prensa soviética ha denunciado, por supuesto, a Jackson, y sus fans no pueden comprar sus discos en ninguna tienda. Pero se intercambian y atesoran cassettes piratas. Un estudiante universitario soviético dice: “Su música es electrizante. Su ritmo es la música de hoy”.
“Michael solía decir, cuando escribía, que lo hacía para todo el mundo”, dice su madre, Katherine, “aunque el negocio de la música le clasifique como cantante de rhythm and blues por ser negro”. Es difícil resistirse a la evidencia de la conclusión a la que se llega por el estudio serio y la escucha atenta: Jackson es la cosa más grande desde los Beatles. Es el mayor fenómeno en solitario desde Elvis Presley. Podría ser el cantante negro más popular que ha habido jamás.
Este éxito es un asunto de actualidad simplemente porque, como dice Jones, “nunca le ha sucedido a un artista negro”. Antes de que alguien declare tres días de vacaciones en nombre de la hermandad, debería poder destacarse que, inevitablemente, las cualidades que hacen tan accesible la música de Jackson también difieren de las expectativas de lo que debería ser la música negra popular. Esas expectativas, sin embargo, no vienen siempre de la misma fuente que la música. A los críticos de rock (mayoritariamente blancos) les gustó Thriller bastante y escribieron muy respetuosamente sobre él cuando se publicó en diciembre de 1982, pero estaban tan sorprendidos como los ejecutivos de las compañías discográficas (mayoritariamente blancos) cuando el álbum empezó a abrirse camino en la conciencia colectiva musical del país. Los buenos objetivos de lo que Thriller podía haber sido y lo que no, parecían insignificantes para las audiencias (mayoritariamente jóvenes)que le dieron al disco su empujón inicial; para los que hacían hip-hop en los clubs tanto como para los breakdancers de la calle este pasado verano. El mensaje es obvio, de todos modos: El soul es para compartir, no para segregar.
Jackson conoce sus raíces y las venera. En una de sus frecuentes subidas al estrado de los Grammys, hace un par de semanas, se inclinó ante el micrófono anunciando: ”Tengo algo importante que decir… de verdad”. Y procedió a dar las gracias y a honrar a Jackie Wilson. Fallecido solo cinco semanas antes de los premios, debido a complicaciones surgidas a raíz del ataque al corazón que le dejó paralizado durante casi una década. Wilson fue uno de los cantantes de soul más grande de América. Cantaba como Jackson, tono alto y fuerte, y proyectaba una deslumbrante aura sexual. La sexualidad de Jackson es más etérea –Wilson en sus actuaciones era más mujeriego- pero ambos cantantes comparten un conocimiento básico de la música, que es, casi a partes iguales, sentimiento y negocio del espectáculo.
Ray Charles, Little Richard, Chuck Berry y Frankie Lymon eran algunos de sus contemporáneos, pero el cantante que noqueó a Jackie Wilson realmente fue Al Jolson. Jackson puede que baile como Baryshnikov sentado a horcajadas en una taladradora, que se mueva como un pandillero de los blood mezcla de Astaire y tai-chi, que cante como un ángel en una edificante comida afro-americana, pero una buena parte de su gusto personal y de sus inspiración musical viene de esa clase de deslumbrantes lugares donde el soul raramente se pierde. Una de sus cosas favoritas es “My Favorite Things”, cantada por Julie Andrews, con lluvia sobre las rosas y guantes de lana y todo. Le gustan los Beatles y también Gordon MacRae interpretando a pleno pulmón “Oh, What a Beautiful Morning”.
A Jackson le importan tan poco los estándares convencionales de lo cool que puede estar por encima del bochorno en tales materias de gusto. Su religiosidad le lleva directamente al centro vital de la cultura pop contemporánea. “Thriller” es un álbum insinuante y estimulante, pero no es la clase de gran álbum que uno ha estado esperando desde los días tumultuosos de “Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band”; un disco que provoca, desafía, plantea preguntas y se ríe de las respuestas. Thriller no es “Who’s Next”, o “The White Album”, o “Blonde on Blonde”, o “Songs in the Key of Life”, o “Born to Run”, discos que fueron discutidos y abogaron por ser talismanes que podían cambiar vidas. Es como una pieza de ropa sport elegante: te deslizas dentro de ella, sin darle importancia. Jackson ha escrito y actuado animadamente con Paul MacCartney, a menudo aparece con brillantes chaquetas, se ha hecho un poco amigo de Sean Ono Lennon y le ha llevado a un espectáculo de Broadway.
Debería quedar claro con todo esto que Jackson está colado no solo por el legado de los Beatles sino también por su mística. A diferencia de los Beatles, sin embargo, tiene una amplia audiencia pero una escasa circunscripción.
En Inglaterra, ahora, el rock está explotando con pequeños estallidos por todas partes, pero no hay un solo foco o un representante para ese movimiento, por no hablar del triunvirato (Beatles-Stones-Who) que reinó durante mediados de los 60. En América está Michael Jackson, sin un claro movimiento detrás de él, solo un impulso sin precedentes que le ha enviado a un deslumbrante vuelo en solitario. Stevie Wonder está aún floreciendo y Lionel Richie es el compositor más elegante del vecindario. Donna Summer puede ser espectacular, Prince es incandescente, Rick James cataclísmico, los grupos de rap son la dura conciencia de la calle. Pero comercial y estéticamente, están girando todos en diferentes órbitas que se cruzan solo ocasionalmente. Jackson es un mundo aparte, un fenómeno que existe de la misma manera que la estrella que habita en su interior; aislado.
El director Steven Spielberg ha señalado que “Si E.T. no hubiera ido a casa de Elliot, habría ido a casa de Michael”. Refleja que Jackson es como un híbrido entre el turista más famoso del espacio exterior y Chance, el jardinero inocente deslumbrado por la televisión, a quien Peter Seller daba vida en “Bienvenido Mr. Chance” (Being There). “Creo que Michael puede ser herido con mucha facilidad”, dice Spielberg. “Es como un cervatillo en un bosque en llamas”. Jones vio a Michael romper a llorar varias veces mientras grababa “She’s Out Of My Life” para “Off the Wall” y finalmente dejó el llanto en el tema. Jackson también rompió en lágrimas repetidamente mientras grababa el álbum para niños, E. T. El Extraterrestre. Durante un descanso en una sesión de fotos para el álbum, Spielberg vio a Jackson charlando e intercambiando gestos con E.T. “Es un hermoso lugar ese de donde viene Michael”, observa Spielberg. “Quisiera que todos pudiéramos pasar algún tiempo en su mundo”.
Eso requeriría de un voluntario escepticismo y, quizás, de una cautela perpetuamente aplazada por parte de los forasteros (Jackson no ha ofrecido una entrevista en prensa escrita desde hace más de un año), de una capacidad de delicadeza y de una tolerancia para la fantasía que podría retar la imaginación del adulto medio. Jackson vive en su hogar de Encino, California, con su madre, su padre y dos hermanas. Supervisó la reforma reciente de la extensa casa estilo Tudor y el resultado es un cruce entre una Disneyland tamaño de bolsillo y una Xanadu suburbana de Ciudadano Kane. Los animales, la fuente, la sala de cine, son juegos soñados desde la infancia y las diversiones, opulencia del show bussines del sur de California; todo ello repleto de colores pastel de una infancia perenne. Hace visitas a los parques Disney como si se tratara de un altar. Ha hablado a menudo de hacer una película musical sobre Peter Pan. Los paralelismos son tan obvios como engañosos.
Un buen amigo tiene razón cuando sugiere que, básicamente, “El atractivo de Michael es universal no tanto por su música sino por quien es él”. Jackson ha estado en el negocio del espectáculo la mayor parte de su infancia y toda su vida adulta –hay quienes argumentan convincentemente que no ha tenido vida adulta- y, con algunos trucos, ha dominado la técnica de fusionar su vida con lo que se ha pensado que es su imagen. Esto da lugar a algunas llamativas y profundamente intrigantes paradojas: El delgado joven, con venas tan frágiles como las de una hoja de otoño, arranca melancólico para pasar de repente a ardiente y enfadado en “Billie Jean”. El chico que tiene un sorprendente sentido de lo que quiere su público y sabe cómo manejar el difícil y rentable negocio para ofrecérselo. El adolescente amable y algo burlón consigo mismo de Thriller (“Tengo algo que decirte… No soy como los demás chicos”) que se vuelve uno de los más horripilantes hombres lobos de la historia de la pantalla y disfruta de la transformación tanto como otro adolescente se habría animado con su primera cita.
Muchos observadores encuentran en la supremacía de Michael Jackson la mayor personificación de una andrógina estrella del rock. Su tono alto tenor le hace sonar como el cantante principal de un coro funk; incluso cuando el dinamismo sexual que irradia su consumado cuerpo de bailarín desafía las normas gubernamentales para un colapso nuclear. Su flexible estructura, ojos tamaño de cinco brazas y largas pestañas podrían ser amenazantes si Jackson diera, aunque solo fuera por un segundo, la impresión de que es alcanzable. Pero la sensación que el público tiene de su sensualidad se complica deliberadamente con la imagen que refleja su vida: El buen chico, el Testigo de Jehová temeroso de Dios, el firme vegetariano, el resuelto y decidido no fumador ni bebedor, ni cualquier otra clase de droga, el imposible y aislado inocente. Indiscutiblemente sexy. Absolutamente a salvo. Erotismo fuera de alcance.
Michael sitúa la escala proporcional del valor propio a distancia. El director Sidney Lumet, con quien Jackson estaba cuando hacían The Wiz, recuerda que sus hijas adolescentes tenían amigos una vez en casa y pidieron a Michael que cantara. “O.K.“, dijo Michael afablemente, “pero taparse los ojos”. “Creo que le daba vergüenza por la cercanía de la situación”, dice Lumet, “pero su deseo de no ser rudo con ella o de herirla, le hizo decir que sí”.
Pero también hay otras diferentes clases de situaciones en que la distancia se distorsiona. El forzoso aislamiento de Jackson es en parte por experiencia del mundillo del espectáculo y en parte un intento de preservar intacto el tejido de su vida de fantasía. Inevitablemente, existen fisuras. “Sabes, todo el mundo piensa que eres gay”, le dijo su entrenador vocal, Seth Riggs, un día, durante el descanso de una sesión de entrenamiento. “Lo sé”, se rió Jackson. “El otro día, un tipo alto, guapo y rubio vino y me dijo: “Caramba, Michael, creo que eres maravilloso. Te aseguro que me gustaría irme a la cama contigo”. Le miré y dije: “¿Cuándo fue la última vez que leíste la Biblia? Sabes, deberías leerla porque hay alguna buena información en ella sobre la homosexualidad”. El chico le dijo: “Supongo que si fuera una chica, habría sido diferente”, y yo le dije: “No. Hay algunas palabras muy claras sobre eso en la Biblia también”.
Malentendidos como este pueden ser agravados por la prensa sensacionalista (MICHAEL JACKSON: MÁS SOBRE SUS ÍNTIMOS SECRETOS. EL AGONIZANTE LITIGIO AMOROSO DE MICHAEL) y por la aparente posición ventajosa del cotilleo del mundillo del show-biz. Jackson quiere una operación de cambio de sexo. Jackson ha pasado por el quirófano para una amplia cirugía. Jackson se ha inyectado hormonas para mantener su cara y su voz aguda. “No es cierto”, dice Riggs, “soy su profesor de voz y lo sabría. Él empezó con una voz aguda y yo le he llevado incluso a una voz más aguda todavía. Puede cantar como bajo –por debajo de C- pero prefiere cantar como alto, tal como lo hace, porque los tenores pop tienen más rango para crear estilo”.
El poder del cotilleo es tal que ha traspasado las puertas de hierro que rodean el país de nunca jamás de Jackson en Encino. No hace falta un esfuerzo de la imaginación para calcular el efecto que todo eso debe haber causado en un padre orgulloso y una madre devota de la iglesia. Aparte de su servicio puerta a puerta que, según su madre, “hace dos veces por semana durante una hora o dos”, Michael asiste a las reuniones del Salón del Reino cuatro veces a la semana. Los domingos ayuna.
Y baila. Se encierra en una habitación de la casa, sin espejos –“Los espejos te hacen afectado”, ha dicho- y se desinhibe con su propia música o la de los Isley Brothers: Showdown, practicando lo que Dancer Hinton Battle llama: “Movimientos que matan. Es la combinación que le distingue a él como artista. Vueltas, paradas, levantar la pierna, abrirse la chaqueta, dar vueltas, quedarse paralizado. Y el deslizamiento, cuando da pasos adelante mientras va hacia atrás. Dar tres vueltas y quedarse sobre las puntas de sus pies. Ese es su distintivo y un movimiento que muchos profesionales no intentarían. Si lo haces mal, te puedes hacer mucho daño”.
Tres antiguos profesionales son fans también. “Creo que es genial”, dice el director y coreógrafo Bob Fosse. “Limpio, pulcro, rápido, con una sensualidad manifiesta. Quizás sea más un sintetizador que un innovador, pero los pasos no son lo más importante. Es el estilo. Eso es lo que tiene Michael”. Gene Kelly habla de “la histriónica inteligencia nativa de Jackson y su gran sentido común. Él sabe cuándo parar y después aparecer como un rayo. Hay muchos bailarines que pueden ir a 90 millas por hora, pero Michael es demasiado inteligente para hacer solo eso”. Quizás sea de Fred Astaire de quien proviene el máximo tributo: “Dios mío, es un bailarín maravilloso. Se mueve de un modo que es genial mirarle. Creo que lo siente cuando canta de ese modo. No sé cuánto tiempo seguirá bailando, porque bailar y cantar al mismo tiempo es muy difícil. Pero Michael es un artista entregado. Sueña y piensa en ello todo el tiempo. Ustedes pueden ver el resultado de todo eso”.
El show bussines acepta la inocencia solo si puede ser sentimentalizada; el mundo de fantasía de Jackson es más fácil de ignorar con maliciosos cotilleos que comprenderlo con simpatía. “A un cierto nivel, ni siquiera sé si es consciente o no, Michael sabe que tiene que enfrentarse a las demandas de la realidad y protegerse a sí mismo”, puntualiza Jane Fonda. Jackson pasó más de una semana con Fonda en el rodaje de On Golden Pond (En el Estanque Dorado) hablando por las noches hasta tarde de “actuación, la vida, todo. África, problemas… Hablamos, hablamos y hablamos. Su inteligencia es instintiva y emocional, como la de un niño. Si un artista pierde esa inteligencia, pierde mucha energía creativa. Así que Michael crea a su alrededor un mundo que protege su creatividad”. Y el mundo exterior está intrigado: sobre el guante de lentejuelas, por ejemplo, que se ha puesto últimamente para conmover. Cualquiera que sea el significado que tenga para Michael, el guante desvía, cuidadosa, esmerada -y uno espera que también conscientemente- la solemnidad y refleja dos de las más publicitadas obsesiones de Michael. Un guante, incluso uno con 1.200 lentejuelas, encaja en el estilo de Astaire con sombrero de copa y levita y también es un tema corriente en muchos de los dibujos animados de Disney.
En sus mínimos detalles así como en sus aspectos generales, el mundo soñado de Michael Jackson ha estado construyéndose durante 25 años y su arquitecto jefe no ha descansado aún. A Katherine Jackson le gusta contar que su familia entró en el mundo del espectáculo porque el otro medio disponible para la fantasía comunitaria; la televisión, se rompió un día. “Ya conocen a los niños, si no pueden ver la televisión, tienen que hacer otras cosas”, dice su madre. Ella puede simplificar demasiado las cosas, pero una televisión rota no se reemplaza rápidamente en el hogar de un trabajador siderúrgico de Gary, Indiana, con una familia que alimentar. “El baile llegó de forma natural”, añade su madre. Poco después, Joe Jackson comenzó su entrenamiento intensivo y sesiones de prácticas al salir de la escuela. De vez en cuando, recuerda, los niños del barrio tiraban piedras a las ventanas de los Jackson y les gritaban a través de los cristales rotos criticando las actuaciones. Cuando decaía la inspiración, Michael, que tenía entonces 5 años, daba un paso adelante y ‘hacía todos los pasos’, dice su madre. Un año más tarde, Michael era el cantante principal y los chicos estaban actuando en conciertos benéficos y ganando concursos de aficionados.
Rufus Morgan, cuya organización les contrató para actuar en un acto para recaudar fondos para el cuerpo de bomberos, recuerda: “Esos chicos eran tan fascinantes de mirar que todo el mundo se reunió alrededor del escenario. No bailábamos. Mirábamos y les tirábamos dinero”. En la Escuela Elemental Garnett, su directora, Gladys Johnson, invitó a los chicos a actuar en una asamblea (Entrada a 10 centavos, a dividir con la familia Jackson). Alrededor de 1.200 alumnos se presentaron y esta vez no arrojaron ni una piedra. “Los niños disfrutaron mucho ese concierto”, recuerda Johnson. “No puedo creer cómo idolatraban a esos chicos, los Jackson 5”. Johnson también estaba pendiente de los resultados académicos de Michael y una vez le advirtió en cuarto grado que se pusiera al día en matemáticas. “Mi manager”, contestó Michael, “se ocupará de mi dinero”. Para cuando ya habían grabado un par de singles en un sello local llamado Steeltown, en 1968, el trabajo de estos jóvenes prodigios con un líder que podía cantar y moverse como Jackie Wilson, se había extendido más allá de Detroit y Motown. Se hicieron llamadas y contactos. En noviembre de 1969, Motown publicó el primer single de los Jackson 5: “I Want You Back”, con una propulsiva voz de Michael, de 11 años. El disco alcanzó el nº 1 en doce semanas.
A lo largo de los siguientes seis años, los Jackson 5 se convirtieron en una de las piedras angulares de un sello que tenía algo más que una justa participación en el mejor soul del país. Pero después de otros siete singles en el Top Ten, llegaron las inevitables insatisfacciones. Su padre firmó un contrato con Epic Records provocando malos sentimientos en Motown y alguna tensión familiar. Jermaine, que se había casado con la hija de Berry Gordy, Hazel, permaneció en Motown, en solitario, mientras los demás hermanos se marcharon.
Ahora, llamándose a sí mismos los Jacksons (Motown retuvo el nombre de Jackson 5), publicaron cuatro discos, dos de los cuales, Destiny y Triumph, fueron platino. Pero fue el primer álbum en solitario de Michael con Epic, Off the Wall, el que se llevó todos los éxitos. Su excesivo protagonismo dentro de la familia fue siempre manejable, piensa uno, pero no sin recalcar la importancia de la perspectiva. “Michael es muy estable”, dice su madre. “Creo que es por su educación. Solíamos hablar con ellos para que no se lo creyeran. Ninguno de ellos es mejor que otro. Uno podría tener un poco mas de talento, pero eso no le hace ser mejor. Eres igual a cualquier otra persona. Es solo un trabajo. Otras personas pueden ser doctores o abogados, pero Michael es artista porque quizás eso es lo que sabe hacer mejor. Eso no significa que sea mejor que otro”.
Lo que significa, sin embargo, es que vives en guardia tu vida, al alcance de tormentosos grupos de fans que se apostan a las puertas de la casa de Encino desde las 4 de la mañana, más o menos. Significa llevarse a casa la bata de hospital que usaste después del accidente del anuncio de Pepsi y lanzarla por encima de la valla para que la recoja una de tus adoradoras más fieles; Dena Cypher, de 16 años: “la miro cada noche, la huelo…”, cuenta. “Me la iba a poner para dormir pero mi madre me dijo que me la quitara. No queremos arrugarla. Es que tiene las arrugas que le hizo Michael”.
Cautivados por esas comparaciones entre el extraterrestre y Michael; la terrenal y ligeramente sideral estrella, lo que podría recordarse más oportunamente sobre E.T. es el modo en que la casa familiar fue repentinamente cerrada por las fuerzas exteriores, transformándose de un hogar a una fortaleza herméticamente cerrada. Spielberg habla de la “furia” que nota cuando ve a Jackson en concierto y de la impresión de enfado que libera. Jackson, frente al público, es como un proyectil –vivo, explosivo- que siempre vuelve con la carga intacta a la recámara desde donde fue lanzado.
Toda la existencia de Jackson está planificada con aislamiento. Sus amigos; muchos de los cuales son famosos, le ayudan a mantener su vida a raya y la ilusión a mano: su fama, que le complementa, le ayuda también a lanzarse a su vida diaria personificando las fantasías del público. “podríamos pensar que la burbuja en la que vive es fantástica”, dice uno de sus amigos más comprensivos, “pero, para él, es muy real. Mi único miedo es que dé un paso afuera y se convierta en una persona como cualquier otra. Él es demasiado especial. No es inmune. Si sale de su mundo, quizás no vuelva a él”.
Aún así, incluso una fan como Amy Gancherov, de 13 años, que vive en Sherman Oaks, puede notar a veces, cuando consigue vislumbrar fugazmente a Jackson, que “parece tan triste”. Ella cree que la razón podría ser que “todo el mundo está siempre echándole cosas a la cara”. De vez en cuando, Jackson sale del jardín. A veces conduce una scooter roja y blanca. Otras veces sale a dar una vuelta con su coche eléctrico. Es una copia del coche de Mr. Toad, de la atracción Wild Ride de Disneyland. Fuera de las puertas de hierro, los fans en la calle pueden verle pasar zumbando por la entrada, cantando solo, y, en esas ocasiones, está demasiado lejano para todo el mundo como para que le vean el rostro lo más mínimo.
Jay Cocks
Mañana se cumplen 29 años de su publicación y, en recuerdo, he traducido el artículo principal.
(Es un pelín largo, aviso. )
¿Por qué él es un Thriller?
Dentro de su mundo
TIME MAGAZINE. 19 de marzo de 1984
Las canciones de Michael Jackson, sus pasos y su aura sexy marcan el llamativo ritmo de la década.
Pregunta rápida, sin tiempo para pensar: ¿Cuál de los dos es Michael Jackson?
¿El joven esbelto de rizos negros y sonrisa abierta que sale de su Mercedes para entrar en el glamour y resplandor de Melrose Avenue, en Los Ángeles, llevando una brillante chaqueta de piel roja y cota de malla con 27 cremalleras, mientras va de compras acompañado de su madre y de su manager?
¿O el joven de corbata y jersey que sostiene una copia de Watchtower y está de pie ante la puerta de un apartamento en Thousand Oaks, un suburbio a 40 millas y diferente estilo de vida de Melrose, y que fija su profunda mirada en la indiferente joven que abre la puerta mientras dice: “Hoy estoy aquí para hablarte de la palabra de Dios”?
La chica cerró la puerta en las narices a Michael Jackson. Y el imitador de Melrose Avenue es Eric Evans, de 17 años, que está haciendo realidad una fantasía y ha gastado 550$ en una chaqueta roja, un duplicado de la que Jackson llevaba en Thriller. La chaqueta que Eric ya lleva puesta es exactamente como la de Jackson en Beat It. Es un sueño bastante inocente, en realidad. Eric solo quiere parecerse a la mayor estrella del mundo.
Estrella de los discos, de la radio y del vídeo. Un equipo de un solo hombre al rescate del negocio de la música. Un compositor que marca el ritmo de la década. El bailarín más sofisticado de la calle. Un cantante que trasciende todos los límites del gusto y del estilo, incluso del color. Michael Jackson, 25 años.
Los números, siendo increíbles, se están convirtiendo también en indelebles. ¿Cuántos Beatles hubo? ¿Cuántos lanzamientos acertó Babe Ruth? ¿Cuántos Premios Grammy ganó Michael Jackson el 28 de febrero? ¿Cuántas copias se han vendido de Thriller? Bueno, la de los Grammys es fácil. Jackson ganó la cantidad sin precedentes de ocho. La pregunta del álbum lleva trampa, porque siguen vendiéndose discos; mucho más allá del punto que nadie esperaba: Epic Records vende más de un millón de copias por semana en todo el mundo; hasta la fecha se han vendido más de 30 millones de copias. Hay nueve canciones en el álbum; siete de ellas han sido publicadas como singles, todas han alcanzado el Top Ten y dos de ellas el nº 1. “No creo que las ventas del álbum hayan terminado”, dice Walter Yetnikoff, presidente de CBS Records, con una ligera guasa. “Hay unos 200 millones de personas en este país y hemos vendido solo 18 millones de copias aquí. Queda un poco por hacer”.
“Lo mejor que le puede pasar a una compañía discográfica es tener un éxito. Y la segunda mejor cosa que le puede pasar a una discográfica es que consiga un éxito para otros”, dice David Lieberman, cuya empresa, Lieberman Enterprises, reúne mas de 2000 tiendas de discos. “Toda la industria tiene un interés en este éxito”, comenta Gil Friesen, presidente de A&M. Los efectos colaterales de Thriller han dado al negocio su mejor año desde el vertiginoso 1978, cuando se obtuvieron unos beneficios estimados de 4.1 billones de dólares.
Thriller ha sido álbum nº 1 durante 33 semanas. Es el más vendido; de cualquier clase, de todos los tiempos. Recuerden esto, como apunta el abogado de Jackson, John Branca: “Michael tiene el mayor margen de beneficio de la industria”. Eso se traduce en aproximadamente 2 dólares por cada uno de los más de 18 millones de discos vendidos en Estados Unidos. Ahora ya tienen una idea de lo que Jackson lleva como dinero de bolsillo estos días. Sin contar, por supuesto, los beneficios por los compact discs o las ventas de unas 350.000 copias a 29.95 $ del vídeo llamado ‘Making Michael Jackson’s Thriller’. O beneficios por la venta de otros álbumes anteriores. O las ventas de Thriller en el exterior. O la inminente llegada de beneficios por el muñeco Michael Jackson, que aparecerá en mayo a un precio de 12 $.
Sin embargo, las predicciones de tan inmenso fenómeno no pueden encontrarse exclusivamente en los gráficos y balances de ventas. Cuando el pelo de Jackson se quemó durante la grabación de un anuncio para Pepsi-Cola en enero pasado, el percance provocó titulares en la prensa de todo el mundo. Una vez terminados, dos anuncios de Pepsi presentaron a Jackson y a sus hermanos en un estreno en MTV. Al día siguiente, CBS, ABC y NBC transmitieron en sus programas matinales de noticias uno o los dos anuncios como la noticia del día, y sin cobrar por ellos.
Jackson y sus hermanos tiene planeado comenzar una serie de conciertos en junio con la que está programada como la gira musical más grande de la historia. Está patrocinada por Pepsi y los Jackson ya han recibido 5 millones de dólares. Además recibirán el 85% neto de las entradas y King y sus padres, Katherine y Joseph Jackson, el 15% restante. King, una simpática y pomposa figura cuya experiencia en el mundo del espectáculo se limita a haber sido agente en combates de boxeo, estima que “si los chicos deciden explotar todas las posibilidades de promoción y marketing, tales como camisetas, conciertos en tv de pago, líneas de ropa, de perfumes y productos de marca, la gira les puede ofrecer unos beneficios de 100 millones de dólares”.
Jackson y sus hermanos; primero Jackson 5 y después simplemente los Jacksons, ofrecieron algunas de las más atractivas y populares interpretaciones de rhythm-and-blues de los 70. (Hay nueve hermanos y hermanas en la familia: Maureen, “Rebbie” de 33 años, Jackie de 31, Tito de 29, Jermaine de 28, LaToya de 27, Marlos de 26, Michael de 25, Randy de 21 y Janet de 17). Pero con la publicación en 1979 de “Off the Wall”, el primer álbum en solitario de Jackson para Epic, resultó claro que el líder del grupo estaba marcando un paso que sería difícil de seguir para cualquiera. Off the Wall, que salió durante la época de crisis en el mundo discográfico, vendió 8 millones de copias en todo el mundo y alineó cuatro éxitos en el Top Ten.
Esas cifras son impresionantes para todos los estándares, excepto para los que Jackson ha establecido con Thriller. “Michael está haciendo esta gira para ayudar a su familia”, según King. “Creo que esta será la última gira que Michael hará con ellos”. En caso de que suene demasiado al último mensaje hippy, tenemos a su abogado Branca para recordarnos que “Michael está muy informado y al tanto de lo que está pasando en su vida; en un grado sorprendente. Él es su propio Rasputín”.
Para una industria discográfica estancada en la frontera entre las ruinas del punk y las regiones chic del pop electrónico, Thriller significó una profunda restauración de la confianza, un rejuvenecimiento. Sus efectos en los oyentes, especialmente en los más jóvenes, fueron cercanos a una revelación. Thriller volvió a llevar la música negra a la mayoría de las cadenas de radio, de las que había sido efectivamente desterrada después del “restrictivo formato de programación” introducido a mediados de los 70. El público pudo poner más gas al pop y cortar su dieta de heavy metal con una dosis del más rápido soul del momento. “No tengan duda”, dice el compositor y arreglista Quincy Jones, que produjo Off the Wall y Thriller con Jackson. “Nos está llevando justamente a donde pertenecemos. La música negra tuvo que ocupar un papel secundario durante mucho tiempo, pero su espíritu es todo el motor del pop. Michael se ha conectado con todas las almas del mundo”.
Thriller no tiene la desafiante inmediatez o el extraño fervor de un rap como el de White Lines (Don’t don’t do it) y le falta lo más pegadizo del rap callejero. Pero es consumado rhythm and blues contemporáneo. Jane Fonda, una de las colegas de Jackson, lo dice tan esmeradamente y en forma tan bonita como cualquier crítico musical: “Michael tiene un sonido fresco y original. La música es enérgica y sensual. Puedes bailar con ella, trabajar con ella, hacer el amor con ella, cantar con ella. Es difícil quedarse sentado y quieto”.
Puesto que la letanía de Fonda resume ordenadamente la gama completa de las actividades de ocio americanas contemporáneas, no es extraño que Jackson esté en el aire en todas partes. El pulso de América y de la mayor parte del resto del mundo se mueve irregularmente, latiendo a un tiempo con el duro y arrogante Billie Jean, la ópera del asfalto Beat It o los soberbios escalofríos geniales de Thriller. Thriller ha estado en las listas japonesas durante 65 semanas consecutivas y los jóvenes ídolos de allá están copiando los movimientos de Michael e incluso están cantando algunas de sus canciones. Thriller es también el disco más vendido en Suráfrica: Jackson, se podría decir, acerca las distancias en la grieta producida por el apartheid, reflexiona un ejecutivo de una compañía discográfica. La prensa soviética ha denunciado, por supuesto, a Jackson, y sus fans no pueden comprar sus discos en ninguna tienda. Pero se intercambian y atesoran cassettes piratas. Un estudiante universitario soviético dice: “Su música es electrizante. Su ritmo es la música de hoy”.
“Michael solía decir, cuando escribía, que lo hacía para todo el mundo”, dice su madre, Katherine, “aunque el negocio de la música le clasifique como cantante de rhythm and blues por ser negro”. Es difícil resistirse a la evidencia de la conclusión a la que se llega por el estudio serio y la escucha atenta: Jackson es la cosa más grande desde los Beatles. Es el mayor fenómeno en solitario desde Elvis Presley. Podría ser el cantante negro más popular que ha habido jamás.
Este éxito es un asunto de actualidad simplemente porque, como dice Jones, “nunca le ha sucedido a un artista negro”. Antes de que alguien declare tres días de vacaciones en nombre de la hermandad, debería poder destacarse que, inevitablemente, las cualidades que hacen tan accesible la música de Jackson también difieren de las expectativas de lo que debería ser la música negra popular. Esas expectativas, sin embargo, no vienen siempre de la misma fuente que la música. A los críticos de rock (mayoritariamente blancos) les gustó Thriller bastante y escribieron muy respetuosamente sobre él cuando se publicó en diciembre de 1982, pero estaban tan sorprendidos como los ejecutivos de las compañías discográficas (mayoritariamente blancos) cuando el álbum empezó a abrirse camino en la conciencia colectiva musical del país. Los buenos objetivos de lo que Thriller podía haber sido y lo que no, parecían insignificantes para las audiencias (mayoritariamente jóvenes)que le dieron al disco su empujón inicial; para los que hacían hip-hop en los clubs tanto como para los breakdancers de la calle este pasado verano. El mensaje es obvio, de todos modos: El soul es para compartir, no para segregar.
Jackson conoce sus raíces y las venera. En una de sus frecuentes subidas al estrado de los Grammys, hace un par de semanas, se inclinó ante el micrófono anunciando: ”Tengo algo importante que decir… de verdad”. Y procedió a dar las gracias y a honrar a Jackie Wilson. Fallecido solo cinco semanas antes de los premios, debido a complicaciones surgidas a raíz del ataque al corazón que le dejó paralizado durante casi una década. Wilson fue uno de los cantantes de soul más grande de América. Cantaba como Jackson, tono alto y fuerte, y proyectaba una deslumbrante aura sexual. La sexualidad de Jackson es más etérea –Wilson en sus actuaciones era más mujeriego- pero ambos cantantes comparten un conocimiento básico de la música, que es, casi a partes iguales, sentimiento y negocio del espectáculo.
Ray Charles, Little Richard, Chuck Berry y Frankie Lymon eran algunos de sus contemporáneos, pero el cantante que noqueó a Jackie Wilson realmente fue Al Jolson. Jackson puede que baile como Baryshnikov sentado a horcajadas en una taladradora, que se mueva como un pandillero de los blood mezcla de Astaire y tai-chi, que cante como un ángel en una edificante comida afro-americana, pero una buena parte de su gusto personal y de sus inspiración musical viene de esa clase de deslumbrantes lugares donde el soul raramente se pierde. Una de sus cosas favoritas es “My Favorite Things”, cantada por Julie Andrews, con lluvia sobre las rosas y guantes de lana y todo. Le gustan los Beatles y también Gordon MacRae interpretando a pleno pulmón “Oh, What a Beautiful Morning”.
A Jackson le importan tan poco los estándares convencionales de lo cool que puede estar por encima del bochorno en tales materias de gusto. Su religiosidad le lleva directamente al centro vital de la cultura pop contemporánea. “Thriller” es un álbum insinuante y estimulante, pero no es la clase de gran álbum que uno ha estado esperando desde los días tumultuosos de “Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band”; un disco que provoca, desafía, plantea preguntas y se ríe de las respuestas. Thriller no es “Who’s Next”, o “The White Album”, o “Blonde on Blonde”, o “Songs in the Key of Life”, o “Born to Run”, discos que fueron discutidos y abogaron por ser talismanes que podían cambiar vidas. Es como una pieza de ropa sport elegante: te deslizas dentro de ella, sin darle importancia. Jackson ha escrito y actuado animadamente con Paul MacCartney, a menudo aparece con brillantes chaquetas, se ha hecho un poco amigo de Sean Ono Lennon y le ha llevado a un espectáculo de Broadway.
Debería quedar claro con todo esto que Jackson está colado no solo por el legado de los Beatles sino también por su mística. A diferencia de los Beatles, sin embargo, tiene una amplia audiencia pero una escasa circunscripción.
En Inglaterra, ahora, el rock está explotando con pequeños estallidos por todas partes, pero no hay un solo foco o un representante para ese movimiento, por no hablar del triunvirato (Beatles-Stones-Who) que reinó durante mediados de los 60. En América está Michael Jackson, sin un claro movimiento detrás de él, solo un impulso sin precedentes que le ha enviado a un deslumbrante vuelo en solitario. Stevie Wonder está aún floreciendo y Lionel Richie es el compositor más elegante del vecindario. Donna Summer puede ser espectacular, Prince es incandescente, Rick James cataclísmico, los grupos de rap son la dura conciencia de la calle. Pero comercial y estéticamente, están girando todos en diferentes órbitas que se cruzan solo ocasionalmente. Jackson es un mundo aparte, un fenómeno que existe de la misma manera que la estrella que habita en su interior; aislado.
El director Steven Spielberg ha señalado que “Si E.T. no hubiera ido a casa de Elliot, habría ido a casa de Michael”. Refleja que Jackson es como un híbrido entre el turista más famoso del espacio exterior y Chance, el jardinero inocente deslumbrado por la televisión, a quien Peter Seller daba vida en “Bienvenido Mr. Chance” (Being There). “Creo que Michael puede ser herido con mucha facilidad”, dice Spielberg. “Es como un cervatillo en un bosque en llamas”. Jones vio a Michael romper a llorar varias veces mientras grababa “She’s Out Of My Life” para “Off the Wall” y finalmente dejó el llanto en el tema. Jackson también rompió en lágrimas repetidamente mientras grababa el álbum para niños, E. T. El Extraterrestre. Durante un descanso en una sesión de fotos para el álbum, Spielberg vio a Jackson charlando e intercambiando gestos con E.T. “Es un hermoso lugar ese de donde viene Michael”, observa Spielberg. “Quisiera que todos pudiéramos pasar algún tiempo en su mundo”.
Eso requeriría de un voluntario escepticismo y, quizás, de una cautela perpetuamente aplazada por parte de los forasteros (Jackson no ha ofrecido una entrevista en prensa escrita desde hace más de un año), de una capacidad de delicadeza y de una tolerancia para la fantasía que podría retar la imaginación del adulto medio. Jackson vive en su hogar de Encino, California, con su madre, su padre y dos hermanas. Supervisó la reforma reciente de la extensa casa estilo Tudor y el resultado es un cruce entre una Disneyland tamaño de bolsillo y una Xanadu suburbana de Ciudadano Kane. Los animales, la fuente, la sala de cine, son juegos soñados desde la infancia y las diversiones, opulencia del show bussines del sur de California; todo ello repleto de colores pastel de una infancia perenne. Hace visitas a los parques Disney como si se tratara de un altar. Ha hablado a menudo de hacer una película musical sobre Peter Pan. Los paralelismos son tan obvios como engañosos.
Un buen amigo tiene razón cuando sugiere que, básicamente, “El atractivo de Michael es universal no tanto por su música sino por quien es él”. Jackson ha estado en el negocio del espectáculo la mayor parte de su infancia y toda su vida adulta –hay quienes argumentan convincentemente que no ha tenido vida adulta- y, con algunos trucos, ha dominado la técnica de fusionar su vida con lo que se ha pensado que es su imagen. Esto da lugar a algunas llamativas y profundamente intrigantes paradojas: El delgado joven, con venas tan frágiles como las de una hoja de otoño, arranca melancólico para pasar de repente a ardiente y enfadado en “Billie Jean”. El chico que tiene un sorprendente sentido de lo que quiere su público y sabe cómo manejar el difícil y rentable negocio para ofrecérselo. El adolescente amable y algo burlón consigo mismo de Thriller (“Tengo algo que decirte… No soy como los demás chicos”) que se vuelve uno de los más horripilantes hombres lobos de la historia de la pantalla y disfruta de la transformación tanto como otro adolescente se habría animado con su primera cita.
Muchos observadores encuentran en la supremacía de Michael Jackson la mayor personificación de una andrógina estrella del rock. Su tono alto tenor le hace sonar como el cantante principal de un coro funk; incluso cuando el dinamismo sexual que irradia su consumado cuerpo de bailarín desafía las normas gubernamentales para un colapso nuclear. Su flexible estructura, ojos tamaño de cinco brazas y largas pestañas podrían ser amenazantes si Jackson diera, aunque solo fuera por un segundo, la impresión de que es alcanzable. Pero la sensación que el público tiene de su sensualidad se complica deliberadamente con la imagen que refleja su vida: El buen chico, el Testigo de Jehová temeroso de Dios, el firme vegetariano, el resuelto y decidido no fumador ni bebedor, ni cualquier otra clase de droga, el imposible y aislado inocente. Indiscutiblemente sexy. Absolutamente a salvo. Erotismo fuera de alcance.
Michael sitúa la escala proporcional del valor propio a distancia. El director Sidney Lumet, con quien Jackson estaba cuando hacían The Wiz, recuerda que sus hijas adolescentes tenían amigos una vez en casa y pidieron a Michael que cantara. “O.K.“, dijo Michael afablemente, “pero taparse los ojos”. “Creo que le daba vergüenza por la cercanía de la situación”, dice Lumet, “pero su deseo de no ser rudo con ella o de herirla, le hizo decir que sí”.
Pero también hay otras diferentes clases de situaciones en que la distancia se distorsiona. El forzoso aislamiento de Jackson es en parte por experiencia del mundillo del espectáculo y en parte un intento de preservar intacto el tejido de su vida de fantasía. Inevitablemente, existen fisuras. “Sabes, todo el mundo piensa que eres gay”, le dijo su entrenador vocal, Seth Riggs, un día, durante el descanso de una sesión de entrenamiento. “Lo sé”, se rió Jackson. “El otro día, un tipo alto, guapo y rubio vino y me dijo: “Caramba, Michael, creo que eres maravilloso. Te aseguro que me gustaría irme a la cama contigo”. Le miré y dije: “¿Cuándo fue la última vez que leíste la Biblia? Sabes, deberías leerla porque hay alguna buena información en ella sobre la homosexualidad”. El chico le dijo: “Supongo que si fuera una chica, habría sido diferente”, y yo le dije: “No. Hay algunas palabras muy claras sobre eso en la Biblia también”.
Malentendidos como este pueden ser agravados por la prensa sensacionalista (MICHAEL JACKSON: MÁS SOBRE SUS ÍNTIMOS SECRETOS. EL AGONIZANTE LITIGIO AMOROSO DE MICHAEL) y por la aparente posición ventajosa del cotilleo del mundillo del show-biz. Jackson quiere una operación de cambio de sexo. Jackson ha pasado por el quirófano para una amplia cirugía. Jackson se ha inyectado hormonas para mantener su cara y su voz aguda. “No es cierto”, dice Riggs, “soy su profesor de voz y lo sabría. Él empezó con una voz aguda y yo le he llevado incluso a una voz más aguda todavía. Puede cantar como bajo –por debajo de C- pero prefiere cantar como alto, tal como lo hace, porque los tenores pop tienen más rango para crear estilo”.
El poder del cotilleo es tal que ha traspasado las puertas de hierro que rodean el país de nunca jamás de Jackson en Encino. No hace falta un esfuerzo de la imaginación para calcular el efecto que todo eso debe haber causado en un padre orgulloso y una madre devota de la iglesia. Aparte de su servicio puerta a puerta que, según su madre, “hace dos veces por semana durante una hora o dos”, Michael asiste a las reuniones del Salón del Reino cuatro veces a la semana. Los domingos ayuna.
Y baila. Se encierra en una habitación de la casa, sin espejos –“Los espejos te hacen afectado”, ha dicho- y se desinhibe con su propia música o la de los Isley Brothers: Showdown, practicando lo que Dancer Hinton Battle llama: “Movimientos que matan. Es la combinación que le distingue a él como artista. Vueltas, paradas, levantar la pierna, abrirse la chaqueta, dar vueltas, quedarse paralizado. Y el deslizamiento, cuando da pasos adelante mientras va hacia atrás. Dar tres vueltas y quedarse sobre las puntas de sus pies. Ese es su distintivo y un movimiento que muchos profesionales no intentarían. Si lo haces mal, te puedes hacer mucho daño”.
Tres antiguos profesionales son fans también. “Creo que es genial”, dice el director y coreógrafo Bob Fosse. “Limpio, pulcro, rápido, con una sensualidad manifiesta. Quizás sea más un sintetizador que un innovador, pero los pasos no son lo más importante. Es el estilo. Eso es lo que tiene Michael”. Gene Kelly habla de “la histriónica inteligencia nativa de Jackson y su gran sentido común. Él sabe cuándo parar y después aparecer como un rayo. Hay muchos bailarines que pueden ir a 90 millas por hora, pero Michael es demasiado inteligente para hacer solo eso”. Quizás sea de Fred Astaire de quien proviene el máximo tributo: “Dios mío, es un bailarín maravilloso. Se mueve de un modo que es genial mirarle. Creo que lo siente cuando canta de ese modo. No sé cuánto tiempo seguirá bailando, porque bailar y cantar al mismo tiempo es muy difícil. Pero Michael es un artista entregado. Sueña y piensa en ello todo el tiempo. Ustedes pueden ver el resultado de todo eso”.
El show bussines acepta la inocencia solo si puede ser sentimentalizada; el mundo de fantasía de Jackson es más fácil de ignorar con maliciosos cotilleos que comprenderlo con simpatía. “A un cierto nivel, ni siquiera sé si es consciente o no, Michael sabe que tiene que enfrentarse a las demandas de la realidad y protegerse a sí mismo”, puntualiza Jane Fonda. Jackson pasó más de una semana con Fonda en el rodaje de On Golden Pond (En el Estanque Dorado) hablando por las noches hasta tarde de “actuación, la vida, todo. África, problemas… Hablamos, hablamos y hablamos. Su inteligencia es instintiva y emocional, como la de un niño. Si un artista pierde esa inteligencia, pierde mucha energía creativa. Así que Michael crea a su alrededor un mundo que protege su creatividad”. Y el mundo exterior está intrigado: sobre el guante de lentejuelas, por ejemplo, que se ha puesto últimamente para conmover. Cualquiera que sea el significado que tenga para Michael, el guante desvía, cuidadosa, esmerada -y uno espera que también conscientemente- la solemnidad y refleja dos de las más publicitadas obsesiones de Michael. Un guante, incluso uno con 1.200 lentejuelas, encaja en el estilo de Astaire con sombrero de copa y levita y también es un tema corriente en muchos de los dibujos animados de Disney.
En sus mínimos detalles así como en sus aspectos generales, el mundo soñado de Michael Jackson ha estado construyéndose durante 25 años y su arquitecto jefe no ha descansado aún. A Katherine Jackson le gusta contar que su familia entró en el mundo del espectáculo porque el otro medio disponible para la fantasía comunitaria; la televisión, se rompió un día. “Ya conocen a los niños, si no pueden ver la televisión, tienen que hacer otras cosas”, dice su madre. Ella puede simplificar demasiado las cosas, pero una televisión rota no se reemplaza rápidamente en el hogar de un trabajador siderúrgico de Gary, Indiana, con una familia que alimentar. “El baile llegó de forma natural”, añade su madre. Poco después, Joe Jackson comenzó su entrenamiento intensivo y sesiones de prácticas al salir de la escuela. De vez en cuando, recuerda, los niños del barrio tiraban piedras a las ventanas de los Jackson y les gritaban a través de los cristales rotos criticando las actuaciones. Cuando decaía la inspiración, Michael, que tenía entonces 5 años, daba un paso adelante y ‘hacía todos los pasos’, dice su madre. Un año más tarde, Michael era el cantante principal y los chicos estaban actuando en conciertos benéficos y ganando concursos de aficionados.
Rufus Morgan, cuya organización les contrató para actuar en un acto para recaudar fondos para el cuerpo de bomberos, recuerda: “Esos chicos eran tan fascinantes de mirar que todo el mundo se reunió alrededor del escenario. No bailábamos. Mirábamos y les tirábamos dinero”. En la Escuela Elemental Garnett, su directora, Gladys Johnson, invitó a los chicos a actuar en una asamblea (Entrada a 10 centavos, a dividir con la familia Jackson). Alrededor de 1.200 alumnos se presentaron y esta vez no arrojaron ni una piedra. “Los niños disfrutaron mucho ese concierto”, recuerda Johnson. “No puedo creer cómo idolatraban a esos chicos, los Jackson 5”. Johnson también estaba pendiente de los resultados académicos de Michael y una vez le advirtió en cuarto grado que se pusiera al día en matemáticas. “Mi manager”, contestó Michael, “se ocupará de mi dinero”. Para cuando ya habían grabado un par de singles en un sello local llamado Steeltown, en 1968, el trabajo de estos jóvenes prodigios con un líder que podía cantar y moverse como Jackie Wilson, se había extendido más allá de Detroit y Motown. Se hicieron llamadas y contactos. En noviembre de 1969, Motown publicó el primer single de los Jackson 5: “I Want You Back”, con una propulsiva voz de Michael, de 11 años. El disco alcanzó el nº 1 en doce semanas.
A lo largo de los siguientes seis años, los Jackson 5 se convirtieron en una de las piedras angulares de un sello que tenía algo más que una justa participación en el mejor soul del país. Pero después de otros siete singles en el Top Ten, llegaron las inevitables insatisfacciones. Su padre firmó un contrato con Epic Records provocando malos sentimientos en Motown y alguna tensión familiar. Jermaine, que se había casado con la hija de Berry Gordy, Hazel, permaneció en Motown, en solitario, mientras los demás hermanos se marcharon.
Ahora, llamándose a sí mismos los Jacksons (Motown retuvo el nombre de Jackson 5), publicaron cuatro discos, dos de los cuales, Destiny y Triumph, fueron platino. Pero fue el primer álbum en solitario de Michael con Epic, Off the Wall, el que se llevó todos los éxitos. Su excesivo protagonismo dentro de la familia fue siempre manejable, piensa uno, pero no sin recalcar la importancia de la perspectiva. “Michael es muy estable”, dice su madre. “Creo que es por su educación. Solíamos hablar con ellos para que no se lo creyeran. Ninguno de ellos es mejor que otro. Uno podría tener un poco mas de talento, pero eso no le hace ser mejor. Eres igual a cualquier otra persona. Es solo un trabajo. Otras personas pueden ser doctores o abogados, pero Michael es artista porque quizás eso es lo que sabe hacer mejor. Eso no significa que sea mejor que otro”.
Lo que significa, sin embargo, es que vives en guardia tu vida, al alcance de tormentosos grupos de fans que se apostan a las puertas de la casa de Encino desde las 4 de la mañana, más o menos. Significa llevarse a casa la bata de hospital que usaste después del accidente del anuncio de Pepsi y lanzarla por encima de la valla para que la recoja una de tus adoradoras más fieles; Dena Cypher, de 16 años: “la miro cada noche, la huelo…”, cuenta. “Me la iba a poner para dormir pero mi madre me dijo que me la quitara. No queremos arrugarla. Es que tiene las arrugas que le hizo Michael”.
Cautivados por esas comparaciones entre el extraterrestre y Michael; la terrenal y ligeramente sideral estrella, lo que podría recordarse más oportunamente sobre E.T. es el modo en que la casa familiar fue repentinamente cerrada por las fuerzas exteriores, transformándose de un hogar a una fortaleza herméticamente cerrada. Spielberg habla de la “furia” que nota cuando ve a Jackson en concierto y de la impresión de enfado que libera. Jackson, frente al público, es como un proyectil –vivo, explosivo- que siempre vuelve con la carga intacta a la recámara desde donde fue lanzado.
Toda la existencia de Jackson está planificada con aislamiento. Sus amigos; muchos de los cuales son famosos, le ayudan a mantener su vida a raya y la ilusión a mano: su fama, que le complementa, le ayuda también a lanzarse a su vida diaria personificando las fantasías del público. “podríamos pensar que la burbuja en la que vive es fantástica”, dice uno de sus amigos más comprensivos, “pero, para él, es muy real. Mi único miedo es que dé un paso afuera y se convierta en una persona como cualquier otra. Él es demasiado especial. No es inmune. Si sale de su mundo, quizás no vuelva a él”.
Aún así, incluso una fan como Amy Gancherov, de 13 años, que vive en Sherman Oaks, puede notar a veces, cuando consigue vislumbrar fugazmente a Jackson, que “parece tan triste”. Ella cree que la razón podría ser que “todo el mundo está siempre echándole cosas a la cara”. De vez en cuando, Jackson sale del jardín. A veces conduce una scooter roja y blanca. Otras veces sale a dar una vuelta con su coche eléctrico. Es una copia del coche de Mr. Toad, de la atracción Wild Ride de Disneyland. Fuera de las puertas de hierro, los fans en la calle pueden verle pasar zumbando por la entrada, cantando solo, y, en esas ocasiones, está demasiado lejano para todo el mundo como para que le vean el rostro lo más mínimo.
Jay Cocks
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