Por indisponibilidad de tiempo, me ciño a la copia literal en inglés de la crítica que sobre el álbum
Destiny emití en otro portal web en 2014, con anterioridad a mi fecha de registro en este foro.
In 1978, the Jacksons crossed a critical time. Despite being detached from the label Motown -claiming the brothers little freedom in the composition and arrangement of their songs, as well as maintaining an image that avoided clan members renewing their repertoire and increasing their skills-, and being hired by Epic two years earlier, in 1976, with the release of
The Jacksons, were continuing without acquiring greater role in their own musical work, with the exception of a pair of singles. Furthermore, despite having returned to the charts with exceptional tracks like
Enjoy Yourself,
Show You the Way to Go or
Keep on Dancing, they had not obtained the success that they expected. So, one way or another, after two musical efforts with Epic, the Jacksons were presented with a challenge of life and death with
Destiny: yes, at last, they would control the designs of his own facet as songwriters, but with the latent threat of failing miserably in the attempt and, thereby, being dispensed by Epic of their services, marking the end of the road for the clan.
But fortunately for them, -and, obviously, for all fans of good music- they were accompanied by an overwhelming success, which presumably they did not know since 1974, thanks to the single
Dancing Machine. And it was the beginning of the glorious reign in the charts of the most brilliant and outstanding member of the group: Michael Jackson. The so-called King of Pop actually started here.
Destiny combines, among others, the following musical genres: disco, funk and R&B, and consists of eight tracks. The most significant were
Blame it on the Boogie -an alternative version of a song firstly interpreted by the unknown British songwriter called Mick Jackson, and, in fact, the first foray into the world of music video (for the group) with a fantastic Michael, who might well have recorded solo without his brothers-,
Shake Your Body (Down to the Ground), which peaked at number 7 on Billboard,
Things I Do for You and the song of the same title as the album (
Destiny). Other gems to highlight would be
Push Me Away, a very moving and very special tune, and, of course,
That's What You Get (for Being Polite).
Then I will evaluate each of the songs from the album:
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Blame It on the Boogie -D. Jackson, E. Krohn; M. Jackson-: 8/10.
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Push Me Away -The Jacksons-: 9/10.
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Things I Do for You -The Jacksons-: 8/10.
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Shake Your Body (Down to the Ground) -M. Jackson; R. Jackson-: 10/10.
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Destiny -The Jacksons-: 8/10.
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Bless His Soul -The Jacksons-: 7/10.
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All Night Dancin' -M. Jackson; R. Jackson-: 6/10.
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That's What You Get (for Being Polite) -M. Jackson; R. Jackson-: 7/10.
Destiny (
GLOBAL AVERAGE): 7.88/10.
In conclusion, I value
Destiny -deservedly- with 4 out of 5 stars (4/5).
The best:
- The comeback with critical acclaim, audience and sales.
- The beginning of the undisputed reign of the King of Pop, Michael Jackson.
- An irresistible and highly addictive rhythm.
- A cheerful, optimistic and partying atmosphere prevails throughout the album.
The worst:
- Somehow, to bring out the brief tracklist presented, but, paradoxically, isn't it preferable to work on a notable 8-track-album instead of anything considered garbage plenty of songs inside? Surely it is.
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Otra de mis publicaciónes, en esta ocasión en nuestro idioma, de 2018:
En 1978, y tras no haber recibido certificación alguna, en términos de ventas, el álbum
Goin' Places, a los Jackson, como grupo (y a Michael, como exponente integrante del mismo) se les abrían interrogantes, los cuales, llegaban a planear seriamente sobre su propia continuidad en el circuito musical profesional. ¿Serían capaces de producir y componer, de una vez por todas, un disco de manera autónoma, bajo el amparo del respaldo de la crítica y, asimismo, del público medio? ¿Sobrevolaría Michael, el más cualificado y capacitado sobremanera de todos ellos, en solitario, o se vería arrastrado, aun no ignorando sus virtudes vocales y técnicas, al túnel de un pasado brillante, aunque ya distante, caracterizado por los temas que, en los primeros setenta, amenizaron las veladas fiesteras de los adolescentes estadounidenses bajo el sello de Motown?
Pues, en poco más de doce meses, fueron respondidas ambas cuestiones, y con un saldo netamente favorable para quienes se jugaban su credibilidad, y su porvenir artístico, en dicho trance tan crucial de sus vidas profesionales.
Destiny -título premonitorio de lo bueno que les sobrevendría a todos ellos, y en primera persona, al propio Michael- disipó las dudas, si todavía arreciaban entre los más escépticos, acerca de las cualidades de la familia Jackson. A la magistralidad vocal de Michael, algo recurrentemente consustancial a él -a lo largo de toda su trayectoria, sin excepción-, se aunaron las simpares habilidades compositivas de sus hermanos, amén de las suyas propias, en siete de las ocho piezas del repertorio -siendo objeto de peculiar renombre
Shake Your Body (Down to the Ground), la homónima,
Things I Do for You, o la menos ameritada
That's What You Get (For Being Polite) -todo un anticipo de las tribulaciones vitales del propio Michael, con años de antelación a su gestación-. Paradójico que la canción que abriera la veda de la resurrección del grupo en las listas fuera la única, precisamente, carente de implicación creativa de nuestros protagonistas:
Blame It on the Boogie. Con
Destiny, Michael comenzó a despuntar señaladamente más de lo ya deducible -en relación con sus congéneres-, a punto, cual eyección, de salir de órbita, punto ineludible y síntoma inequívoco de que la perentoria -e inevitable- emancipación musical, que años atrás, había sido excusada en base a variables diversas (formativas, de dependencia familiar) había comenzado a adolecer de justificación, como para entorpecer por más tiempo las pretensiones de Jackson de tentarse a sí mismo y desentrañar el verdadero alcance de su potencial como solista.
Asimismo, a partir de
Destiny, Michael pudo comenzar a tomar conciencia de que su fórmula conducente al éxito vendría, fundamentalmente, de las raíces del funk, siendo éstas aderezadas con otros elementos (pop, disco, R&B), los cuales, bien sazonados y debidamente complementados, darían lugar a un lenguaje sonoro dotado de personalidad y con rasgos diferenciales. En suma, lo indispensable para triunfar y labrar una huella indeleble, como muchos otros hicieran en el pasado, o coetáneamente junto a él, en la música popular contemporánea de fines del siglo XX.
A todo lo anterior, le vino adicionado un rasgo igualmente relevante, y no por ello menos baladí: la elección del productor adecuado con el que zarpar el vuelo tras años de aprendizaje y postergación, en la tarea titánica y decisiva de abogar por el sonido más conveniente, con el que emprender la tarea de darte a conocer, ya como adulto incipiente, con una oferta diferencial y marcadamente alternativa a la exhibida en el pasado: Quincy Jones. Y lo consiguió, gracias a su reencuentro con él, con motivo del rodaje de la adaptación al target afroamericano de la época de
The Wiz (también en 1978). La crítica se ensañó -con razón- con el largometraje, el cual acogió una recepción fría y decepcionante, hallándose a una distancia sideral de la exquisita
The Wizard of Oz, de 1939, protagonizada por Judy Garland, y no llegando a amortizar siquiera la inversión presupuestaria de la que dispuso -recaudó en taquilla, según el Box Office, en torno a unos veintiún millones de dólares; frente a los veinticuatro que se consagraron a financiar tal proyecto-. Sin embargo, elogió la actuación desbordante, positiva, entusiasta e imaginativa de un Michael Jackson embutido bajo el rol del Espantapájaros, quien, como se atestiguaba a partir de la jovialidad radiante con la que encarnaba, entre otros,
You Can't Win o
Ease on Down the Road -con Diana Ross-, iniciaba un período fértil de confianza creciente en sus posibilidades, alentado todo ello por la acogida positiva que al respetable
Destiny había comportado, y la apertura de la posibilidad, diezmada poco tiempo atrás, por parte de Epic Records, de focalizar, al fin, su interés en la construcción de los cimientos de su carrera solista, su sueño desde niño.