Re: El "Greatest Hits" de Eagles supera las ventas de "Thriller" en USA
De esta noticia, resaltaría los siguientes elementos a considerar:
La inquietante, pero muy consabida, tendencia de los medios de comunicación (y público) estadounidenses a considerar a su país, Estados Unidos, como única expresión sociocultural extrapolable a los restantes confines del planeta. No es de extrañar, tratándose de un pueblo auspiciado bajo los dictados del Destino Manifiesto y de la Doctrina Monroe, respectivamente. La reseña de Rolling Stone tendría (intencionadamente, o no) que haber precisado con mayor claridad la especificidad de la nueva plusmarca, únicamente imputable, en términos estadísticos, a EE.UU., y no de forma global, lo cual podría inducir a equívoco.
La falta de rigor presente en las redacciones de los principales mass-media (en sus vertientes de prensa escrita, digital y/o audiovisual). Las mismas, en una era en la que se han precarizado las condiciones de trabajo en el sector periodístico hasta rayar en la zozobra, amén de agudizarse la dependencia servil de los mismos hacia el maridaje conformado por los poderes político-financiero -de los cuales dependen aquellos, en función del patrón al que servir- ha propiciado que, en un contexto en el que la apuesta por personal cualificado ha sido suplida por becarios jóvenes, más inexpertos y dóciles -en virtud de la fina línea que media entre la continuidad en el puesto de trabajo y su despido-, los cuales carecen de la formación y/o de los medios adecuados con los que poder contrastar verazmente las informaciones que editan sin pudor. En muchas ocasiones, directamente importadas de las agencias que les sirven de abasto. Como, a modo de ejemplo, sucede en España con la agencia EFE. Puede que, dada mi experiencia en el campo, hasta hayan proseguido fielmente, y al pie de la letra, la nota de prensa y/o circular remitida por la propia Rolling Stone (una eventualidad tristemente más cotidiana y habitual de cuanto pudiérais sospechar en principio).
Pero, por otra parte, debemos relativizar este hecho. Las cifras de ventas no determinan, por definición, el valor intangible, incuantificable e inestimable de una producción artística que opta por trascender más allá de la sujeción a unos números, los cuales no conocen ni de sentimientos, ni de emociones, ni de recuerdos indeleblemente inmortalizados en la vida de cada melómano musical. El legado discográfico de Michael Jackson (en solitario y/o con el grupo) se tornará tan saludable y consistente como siempre ha venido aconteciendo, para la posteridad. Y ni la RIAA, ni Billboard, ni la crítica especializada de uno u otro signo podrán rebatir dicha sentencia inapelable. Thriller, en particular, y Michael, en singular, han formado y continuarán formando parte de lo más fecundo de la historia musical contemporánea de masas del último tercio del siglo XX, lo avalen los dígitos con mayor o menor solera y contundencia. Así que podéis sentiros orgullosos de disponer de unos álbumes que han marcado la vida, para bien, de infinidad de personas que tuvieron la fortuna privilegiada de coexistir en las décadas más gratificantes y generadoras de sueños e ilusiones que haya conocido la sociedad contemporánea del siglo XX (decenios de los sesenta, setenta, ochenta -y comienzos de los noventa-).
Pero he de decir que a mí no me ha extrañado el resultado, si lo circunscribimos estrictamente al país norteamericano. Habrá de ser asumido, por consiguiente, algún ejercicio de autocrítica al respecto.
Puede -y sólo conjeturo- que The Eagles se amolde en mayor medida a la idiosincrasia del pueblo estadounidense medio que Michael Jackson, si nos atenemos a los EE.UU. del interior. Estoy haciendo alusión al segmento poblacional WASP -White, Anglo-Sajon Protestant-. Y yo añadiría blanco, empleado de cuello azul, conservador y, muchos años atrás, segregacionista (cuando las leyes de Jim Crow continuaban en vigor en los estados sureños, tiranizando a las minorías étnicas que las debieron padecer). Corresponde, de facto, con el prototipo medio (o target) de elector que abogó -invariablemente, con algunas excepciones- en las últimas elecciones presidenciales por Donald Trump. Aduladores de la figura egregia de Elvis Presley, a quien reverencian como indiscutible Rey musical de toda laya conocida, y de los que, hasta muy poco tiempo ha, llegaban a creer en la posibilidad de su pervivencia en el anonimato.
También debéis tener presente el enorme desgaste que, en el plano de lo personal, contrajo Jackson a partir de 1993 en su país de origen, a raíz de la cobertura mediática intrusiva que de su persona hicieron gala los media sensacionalistas, repercutiendo, a la postre, zozobrantísimamente en su imagen. Un componente que, a colación, ha comportado una merma en la posibilidad de que Michael pueda penetrar en determinados caladeros de usuarios, desde entonces, esquivos. Además, en la comunidad afroamericana, erigido como uno de sus estandartes más supremos, su dominio musical fue (y prosigue siendo) un tanto malinterpretado, en un alarde de quijotismo no aplicable a otros cantantes/grupos coetáneos, anteriores y/o posteriores en la cronología histórica de su tiempo.
Michael, aunque se haya asistido a una cierta mejora en la visión que de él el público medio porta desde su muerte, en 2009, continúa registrando unos niveles de rechazo no despreciables, a resultas de unos doce años (1997-2009) en que apenas fue noticia, sino por asuntos desagradables e, inclusive, manifiestamente irrecuperables para el crédito de otra personalidad menos carismática que la que nos ocupa. La absolución judicial de 2005 supuso un alivio, sí, pero ello no empañó la evidencia de que, para el ciudadano promedio, se hallara absolutamente estigmatizado a todos los niveles.
Igualmente habría que señalar otras causas como detonantes de este 'revés' con el que hoy nos encontramos: una subóptima gestión de su carrera desde 1995 (por ambas partes, Sony y el propio Michael), así como punto culminante, subrayar la desidia con la que el Estate opera desde 2009, actuando de una forma muy disímil a cuanto un solista del calibre de Jackson precisara, en condiciones ideales. El Estate podría preguntarse el porqué, si desde 2013 la RIAA computa las reproducciones en medios digitales, The Eagles ha conseguido aventajar a Michael Jackson en tales términos (en Estados Unidos) como para conllevar una diferencia cifrada en cinco millones de discos por encima en los últimos años.
Con lo cual, termino. Todo en la vida es susceptible de ser enderezado y corregido en cuanto al rumbo emprendido por una organización que se prevé, a priori, capacitada y competente para lidiar en tales frentes de exigencia (en este caso, aludo al Estate), y deberán por ello emprender análisis de mercado en EE.UU. para determinar, con exactitud, calma y serenidad, en qué deberán mejorar, a fin de que la imagen de Michael en el circuito musical y artístico permita seducir a los estadounidenses que, prejuiciosos o por una simple cuestión de desinformación e ignorancia, no han alcanzado todavía a degustar los parabienes sinfónicos de una trayectoria única, la cual merece ser defendida como la misma merece, persiguiéndose, en todo momento, la excelencia, modus operandi al que el Estate no nos tiene, lastimosamente, muy acostumbrados.
Un saludo.