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Música: Escoge la canción que, en tu opinión, mejor represente la esencia de cada década

Siberian Husky

Con el alma y mente puestos en mi madre
El post que procedo a publicar persigue que, todo aquel/la interesado/a en participar en él, elija un tema musical (del propio país del que uno/a provenga, o, por contra, foráneo a vuestras fronteras) que, por las razones argumentadas que convenga cada quien justificar, mejor consideréis que retrate la naturaleza, el contexto, la sensibilidad, las aspiraciones y, en resumidas cuentas, la identidad de la sociedad de la época en la que, efectivamente, fueron publicados, y, por ende, condicionaron su gestación y desarrollo.

Así, si lo consideráis conveniente, podréis ateneros a la elección de cualquier década de la que dispongáis un cierto grado de conocimiento, sólido o aproximado, del panorama discográfico del momento, centrándoos, si os place, a partir de la segunda mitad del siglo XX, hasta nuestros días.

Por descontado, se agradecerá, aparte de la mención de la canción en cuestión, un breve (o más detallado, como prefiráis) argumentario de los motivos que os hayan inclinado a decantaros por esa pista, y no por cualesquiera otras.

El debate, pues, si os parece, queda abierto y sujeto a vuestra colaboración a partir de ahora.

Quedo a la espera de vuestras respuestas, sin duda, estimables, con independencia de la persona que las formule y exprese.

Un saludo, y muchas gracias por vuestro interés.
 

pussycontrol

HideOuter Gayhetero
I'm black and proud de James Brown pues amén de ser un tema muy representativo del género que él mismo creó-pocos pueden decir eso, muy pocos desde luego: representa en el contexto general de la época con aquellos movimientos en pro de los derechos de la comunidad negra en los USA, todo un himno de reivindicación, orgullo de conciencia racial y como contundente llamada de atención a la comunidad blanca de que ellos son de igual manera personas desde luego y no ciudadanos de segunda o peor.

 
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Siberian Husky

Con el alma y mente puestos en mi madre
Muchas gracias, pussycontrol. En mi fuero interno, intuía segura tu participación, en tu afán permanente de enriquecer, con tu aportación personal, los contenidos del foro, amén de demostrar que, en efecto, eres todo un caballero, impidiéndome, tras inaugurar el post, predicar en el desierto sin réplica alguna de participantes, como, por desgracia, muchos otros han tenido la desdicha de sufrir, habida cuenta la desmovilización que, en los últimos años, sufre esta comunidad.

Ya de paso, estimaría muy enriquecedor conocer de primera mano tus restantes elecciones, en lo tocante a las décadas subsiguientes por analizar y evaluar.

Retomando el hilo del tema planteado, los años sesenta supusieron, en todo el mundo, en los ámbitos político, militar, económico, cultural y social, tanto en el Oeste, como al Este del Edén, una suerte de coexistencia entre una generación, la que había vivido en su seno las dos guerras fratricidas que desangraron al planeta (y, en primera línea de fuego, al Viejo Continente) durante el primer tercio del siglo XX, obsesionada con la estabilidad, la jerarquía obediente a una serie de convenciones morales inalterables, el orden y la satisfacción, en su jerarquía de necesidades, de los bienes materiales; frente a otra, conformada por los hijos y nietos de sus ancestros, cuya infancia y adolescencia se había gestado durante la inmediata segunda posguerra, para quienes la vida debía aspirar y trascender a algo más que a la sujeción a la ortodoxia social y en cuanto a costumbres, mediada por la pertenencia a una colectividad a la que consideraban demasiado rígida y asfixiante, vindicando la emergencia de un nuevo paradigma existencial: la primacía del individuo, en detrimento de la visión comunitarista estricta de las relaciones humanas; la aparición de ideas inéditas hasta entonces, que más tarde serían catalogadas como el germen del posmaterialismo, como el pacifismo, el ecologismo primigenio, o, más centrados en lo más íntimo del ser, o el modo en que encarar la sexualidad, libre de condicionamientos y tutelas; así como la correlación de fuerzas entre el hombre y la mujer, ésta última redimensionada de una manera desconocida desde los ya lejanos tiempos de las sufragistas, o una mayor receptividad, en términos de tolerancia, con respecto a la diversidad étnica, abrazándose la, definida poco tiempo atrás como utópica e irrealizable, noción de la igualdad de razas y credos.

Por lo tanto, el choque de trenes intergeneracional entre lo nuevo y lo viejo, entre aquéllo que iba evaporándose por el mero devenir del tiempo -pero que, todavía, se resistía a extinguirse en su totalidad- y cuanto iba brotando, cual hierba que crece en medio del empedrado, yermo durante décadas de privación y sufrimiento, en las que la supervivencia personal y familiar se revelaba la cuasi única preocupación vital para uno/a, se tornaba inevitable. Y de dicha mezcolanza, convenientemente batida y recombinada, con sus consiguientes devaneos, en los que a un paso hacia adelante, en cuanto a conquista de derechos, le sucedía medio retroceso (por la lógica consecuencia de la resistencia que a los grupos de interés privilegiados, o más tradicionales, les entrañaban tales cambios), nos vimos congraciados en lo musical, siendo testigos de, quizá, uno de los decenios más fértiles en cuanto a géneros, sonidos, planteamientos conceptuales y objetivos a perseguir por la pléyade cuantiosa de solistas y/o grupos que se desenvolvieron sobre el escenario, con mayor o menor fortuna, en aquella era de nuestra historia: aunque en muchos de ellos el incentivo del éxito comercial, al servicio de unas carreras orientadas a dicho fin, prevalecía sobre cualquier otra consideración, en otros, en cambio, subyacía, aparte de él, el reto de legar a sus tribus de seguidores un legado, en cuanto a mensaje y trasfondo, acorde a la explosión de ingenio, transgresión e impulso renovador, que sobreviviera al momento y perdurara con visos de atemporalidad.

Para mí, tres canciones resumen todo cuanto acabo de exponer: la primera, por razones obvias, apuntaba al nuevo marco sociocultural que iba moldeando a la sociedad de ese período histórico, en marcado contraste con respecto al de sus predecesores más inmediatos, quienes presenciaban incrédulos e impotentes cómo su escala de valores, aparentemente granítica y predestinada a la perduración bajo bases firmes y sólidas, iba siendo postergada, hasta hallarse reducida al ostracismo, por aquellos jóvenes desharrapados que invocaban unos principios tan ajenos a los oídos de sus mayores: hablo de The Times They Are A-Changin' (1963), de Bob Dylan.


La segunda, presenta la particularidad de que no fue muy bien acogida el día de su primera presentación, en 1967, con motivo de su estreno en primicia, a resultas de su excesiva duración (algo más de siete minutos), debiendo ser recortada, para así tener cabida en la radio. Venturosamente, al cabo de los años, la impresión del público varió sustantivamente, recibiendo el reconocimiento merecido. Me estoy refiriendo al icónico tema de pop barroco, Nights in White Satin, de The Moody Blues.


Como tercera opción, aludiendo ex profeso al empoderamiento femenino, cuyo vigor alcanzó una dimensión de la que el feminismo del último tercio del siglo pasado se vería favorecido por ello, nada más atinado que concluir mi repaso a esta época que revisitar un tema que rompió moldes, al presentar un retrato de la mujer más actual, fresco, dinámico y desenfadado, sin merma alguna de su fuerza y carácter innegables: These Boots Are Made for Walkin' (1965), de Nancy Sinatra.

 

pussycontrol

HideOuter Gayhetero
Bueno, ya sabemos el encontronazo con cierto individuo por estas lindes, pero aparte de ello, oye (mi guiño a mis queridérrimos Martes y 13, otro mas, ejeje!) creo que hay personal mas que suficiente para que se pueda animar a participar en alguna medida.

Por mi parte, si me surge/n otro/s motivo/s de peso lo comentaré, que no te quepa. xp!
 

Siberian Husky

Con el alma y mente puestos en mi madre
En la década de los sesenta, en España, el régimen franquista afrontaba los conocidos (tristemente) por los historiadores como años del consenso: si bien el franquismo se preservaba, más allá de una atenuación de las aristas estéticas forzada por el contexto internacional tras la derrota del Eje al que tanto se asimiló en el pasado, incólume en su carácter autoritario y represor de la disidencia, rasgos que no abandonaría ni en sus últimos estertores, existía, en cambio, una suerte de compromiso, tanto en las élites rectoras, como en la propia sociedad española, de preservarlo, habida cuenta de la práctica desaparición de la oposición antifranquista existente hasta 1956 (con la erradicación de los maquis), como de la incapacidad de los detractores del dictador de articular una alternativa viable en el corto plazo, bendecida por la gobernanza del orden mundial.

Los sucesivos Planes de Estabilización que se impulsaron desde la segunda mitad de los cincuenta (muy a pesar de Franco), comenzaron a liberalizar la economía española, propiciando la entrada de divisas y de capital e inversión de procedencia extranjera, acarreando a la postre niveles de crecimiento económico en nuestro país cifrados en más del siete por ciento del PIB (de promedio), dejando atrás la imagen de una España rural y subdesarrollada, llegando a alcanzar la duodécima posición como potencia industrial a nivel global. El sector primario, asociado al mundo rural, cedió su testigo al de servicios, con el turismo y la masificación del modelo de campo, sol y playa como reclamo, el cual, hoy en día, conservamos casi intacto, generador de riqueza en algunos casos, sí, pero, y sobre todo, forjador de múltiples desequilibrios interterritoriales y menoscabo de los recursos naturales.

Al abrir la mano, el régimen contribuía, así, a la modernización de España, sin saber que, a la postre, estaba firmando su sentencia de muerte al cabo de unos años, pues, como por todos es conocido, la apertura económica, sin que se opere en sentido idéntico a nivel político-institucional, granjeará paulatinamente en la población la exigencia de nuevas necesidades sociales que el sistema político dictatorial, endogámico y cerrado por definición, no podrá satisfacer, desencandenado, al fin, la apuesta por un modelo democrático y más inclusivo, precipitando la defunción del viejo orden, superado por los acontecimientos que un buen día no previó.

Con todo, la propaganda de la época se hizo eco de dicha transformación. En el cine, con una banda sonora definitoria de toda una era, como la que compuso Antón García Abril en un filme que, a buen seguro, muchos serán conocedores de él:


 

pussycontrol

HideOuter Gayhetero
La primera que has puesto del par último la escuché por vez primera como sintonía de una sección del programa de radio de nuestros queridos Gomaespuma, juas!

Y ya que "estemos" me ha recordado otra que igualmente la escuché de primeras en su programa (sección deportes) , un tema que-por lo demás- me lo pongo cuando me quiero reir a base de bien:



🤪
😂
 
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