En 1984, pasé el verano de gira, creando magia para mi entonces nuevo amigo, Michael Jackson.
Durante los shows, mi "escuadrón de ilusión" y yo, entrábamos en su camerino tomando la langosta sin tocar y los finger food (con el permiso de Michael).
Un día descubrí su chaqueta sobre el sofá... cantámdome... "Franz... Franz... adelante... pruébame".
Aquí estoy yo, a los 20 años, apenas entrando en su chaqueta de $100.000.
Hasta hoy, no se lo había contado a nadie, sólo mi asistente que tomó esta foto, lo sabía.
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