ISKANDER dijo:
Yo no veo un cambio de chaqueta, veo un cambio de opinión, veo que se han dado cuenta de que realmente estaban equivocados.
Porque vaya, la gente cambia de chaqueta cuando va a ganar algo y, aún ahora, hay que tener muchos cojones para decir cosas buenas de MJ en los medios.
Más joputas...para que veas que de cambio más bien poco:
El blanqueo de Michael Jackson
«You are free to go»... Al cabo de un proceso que atrajo a más de 2.000 periodistas y ha llenado portadas durante semanas, Michael Jackson ha sido declarado inocente.
De todo. De agresión sexual, de suministrar alcohol a un menor y hasta de secuestro. El jurado, que deliberó siete días a puerta cerrada, no encontró «pruebas sólidas» contra el cantante y decidió que éste podía marcharse con viento fresco.
En España, como pasa siempre, rara es la tertulia radiofónica en la que no se ha despotricado contra la Justicia norteamericana. El argumento central, que nos hartaremos de oír en los próximos días, es que en Estados Unidos los ricos tienen muchas más probabilidades que los pobres de eludir el peso de la ley. Es algo obvio, pero también pasa en Francia, en Alemania, en Gran Bretaña, en Italia e incluso aquí.
Viene después lo del jurado y a uno, que estudió el bachillerato antiguo y para quien el primer contacto oficial con dicha institución fue la lectura de aquel pasaje evangélico donde Poncio Pilatos pregunta a la multitud si prefiere a Jesús o a Barrabás, le tienta sumarse a los críticos.
Es evidente que la exoneración de Michael Jackson, como en su día la de O. J. Simpson, tiene mucho que ver con sus respectivos jurados. A la hora de la verdad, no son las fisuras de la ley o los huecos de la instrucción policial lo que determina el destino del acusado. La clave, lo que separa irse de rositas de que te metan entre rejas, es la habilidad de tu abogado en la selección de esos doce hombres y mujeres sin piedad que deciden si eres culpable o no.
Thomas Mesereau, el abogado del cantante, cobra 600 dólares por cada hora que dedica a un asunto y da la impresión de ganarse el sueldo. Partía de muy abajo en este caso, porque sobre Michael Jackson pesaba como una losa su aparición en 2003 en un documental de televisión, agarradito de la mano de un adolescente llamado Gavin Arvizo y diciendo lindezas como que le encantaba meter a dormir en su cama a niños.
El maquiavélico Mesereau se las arregló para convencer al jurado de que lo único que buscaba la familia de Gavin era dinero y que el fiscal es un personaje cegado por el afán de venganza, porque ya hace quince años había intentado sin éxito «colocar» a Michael por pederasta.
Michael Jackson puede no haber cometido delito alguno, pero es culpable de metidas de pata monumentales. Y además, es un tipo muy raro. No sólo porque se empeñe en imitar a Peter Pan y gaste fortunas en blanquearse la piel y el aspecto. Lleva más de 40 años por los escenarios y yo debo confesar que todavía no se de qué va.
OTRO:
LA CRIATURA DEL NUNCA JAMAS
El proceso seguido contra
Michael Jackson por abuso sexual de menores ha terminado. Después de 14 semanas de juicio y 30 horas de deliberación, el jurado ha absuelto al cantante de todos los cargos. Nacido en el seno de una familia afroamericana del industrial Estado de Indiana, el menor de nueve hermanos hijos de un obrero metalúrgico,
Jackson personifica el sueño americano, una fábula del éxito conseguido a través del genio artístico, el esfuerzo y la constancia de una familia humilde; pero también la pesadilla de una figura mediática de contornos siniestros.
Poco queda en el
Michael Jackson demudado, casi llevado en volandas por sus guardaespaldas, que abandonaba el tribunal en Santa Maria, al norte de Los Ángeles, luego de haber sido declarado no culpable, del niño prodigio que 40 años atrás sorprendió al mundo al frente de los
Jackson Five. Convertido en multimillonario, se había trasladado con toda su familia a la soleada California protagonizando su particular
Operación Triunfo. Ya en solitario, del brazo de la multinacional Sony,
Jackson se coronaría más tarde como el virtual rey del pop.
Pocos repararon entonces en la cara oculta de ese éxito resonante, que fue aflorando poco a poco con los extravagantes matrimonios del cantante, los hijos que tuvo mediante inseminación artificial, los tratamientos farmacológicos para aclarar su piel y las reiteradas intervenciones quirúrgicas que transformaron su feliz rostro infantil en una máscara irreconocible desprovista de cualquier rasgo identificativo de su raza.
En la cumbre de su celebridad y fortuna,
Jackson adquirió un rancho en el Condado de Santa Bárbara y se retiró. Bautizó su mansión con el nombre de Neverland, el país fantástico de Peter Pan, el niño que se negaba a crecer.
Michael Jackson era también un niño. A los 6 años le habían robado la infancia por dinero, y a los 40 detuvo el tiempo y se compró otra. Entonces, este Peter Pan de carne y hueso se rodeó de niños y se los llevó a su país de Nunca Jamás. Las denuncias de pedofilia no tardarían en llegar.
LA SOCIEDAD americana, que había creado y alimentado el monstruo, se desentendió de su criatura, y como le ocurriera al desdichado Frankenstein, le dio la espalda.
Michael Jackson fue abandonado por quienes habían sido sus amigos y valedores:
Steven Spielberg, Katharine Hepburn, Jane Fonda, Liz Taylor... Sólo el exniño
Macaulay Culkin ha comparecido ahora en su ayuda, para declarar en el juicio que el cantante nunca abusó de él.
Le quedaba el dinero. Con 20 millones de dólares consiguió desembarazarse de la primera denuncia por abuso sexual. Los rumores persistieron, y el escándalo se desbordó en el 2003 al emitirse un documental en el que
Jackson reconocía que dormía con niños pero negaba que abusara de ellos. En las imágenes aparecía de la mano del menor
Gavin Arvizo, convaleciente de cáncer, quien reclinaba plácidamente su cabeza en el hombro del cantante.
El juicio no se ha convertido en el circo mediático que llego a ser el de
O.J. Simpson, porque en esta ocasión el juez no ha permitido su retransmisión en directo, pero Estados Unidos se ha paralizado durante la emisión del veredicto, atendido por 2.000 periodistas y fans a las puertas del tribunal. Inmediatamente después de conocerse la sentencia, los miembros del jurado han ofrecido una rueda de prensa. "Hemos tratado el caso como si el acusado no fuera una celebridad", han asegurado. Es imposible. ¿Podemos imaginar el resultado del juicio si se hubiera desarrollado contra un afroamericano anónimo en el suburbio industrial en el que
Jackson nació?
Cuarenta millones de dólares invertidos por la fiscalía, decenas de testimonios, documentos, pruebas periciales, el material pornográfico incautado en el registro de su domicilio, los precedentes de los procedimientos judiciales anteriores y el testimonio incriminatorio y directo de la propia víctima no han servido de nada frente a la mejor defensa que el dinero puede pagar.
EL TESTIMONIO de la madre de la víctima,
Janet Arvizo, con antecedentes por fraude, no gustó al jurado. El tribunal ha señalado que la denunciante les resultó incoherente y combativa. La defensa de
Jackson aseguró que la testigo mentía y representaba un papel aprendido. No debió de hacerlo muy bien, porque no convenció. "No nos gusto que nos señalara con el dedo", han dicho los jurados. Quizá una actitud contrita, más humilde y menos reivindicativa de la madre le hubiera conferido más credibilidad.
La grandeza, y a veces la miseria, de los juicios con jurado, estriba en que el tribunal representa a la sociedad.
Jackson no irá a la cárcel, pero ha sido castigado: quienes le encumbraron reniegan ahora de él. Sin embargo, representados por ese tribunal que ha juzgado a
Michael Jackson, la criatura por ellos creada, los americanos se han absuelto a sí mismos.
Salu2