Cuando Michael Jackson visitó los museos de París.
Apasionado del arte clásico y barroco, Michael Jackson visitó el Louvre, Musée d'Orsay y la Opera Garnier durante sus visias a París
En 1996, el Musée d'Orsay recibió a un visitante famoso, pero lo hizo casi de incógnito. Michael Jackson disfrutaba de una visita a París y quiso realizar una de sus actividades favoritas: las visitas culturales. "A menudo hablaba de su pasión por el arte y la arquitectura clásica francesa", recuerda Jackie Lombard, productor de sus conciertos en París. "Conocía el Louvre y había visitado Versalles. Esta vez quería ir al Musée d'Orsay..."
La visita se realizó en con un pequeño comité pero sin cerrar el museo. "Entramos por una puerta trasera con un guardaespaldas y su asistente para fotografiar las obras favoritas de Michael". Durante varias horas, el rey del pop pudo caminar por los pasillos del templo de la pintura impresionista, ante los ojos de otros visitantes. "Si hubiéramos venido con todos sus guardaespaldas, allí habría habido una multitud, la gente solo se preguntaba si era el verdadero Michael Jackson o alguien parecido..."
Sin palabras ante el fresco de Marc Chagall
Después de d'Orsay, el intérprete pidió visitar otro monumento de la cultura francesa: la Ópera Garnier. Permaneció sin habla frente al fresco de Marc Chagall que adornaba el techo del gran salón y pasó mucho tiempo entre bambalinas viendo a una bailarina ensayar.
También pidió dar un paseo en el techo de la Casa de la Ópera. "Conocía la historia de que los bailarines iban allí a tomarse descansos para fumar, subimos y vimos las cabezas de la gente apareciendo por todas partes, fue muy divertido," cuenta Jackie Lombard, subrayando la sed de conocimiento cantante: "Quería saberlo todo, todo lo que no pudo aprender durante su infancia robada".
En mayo de 1988, durante su visita a Roma para el Bad World Tour, consiguió que el Papa Juan Pablo II cerrase para él la Capilla Sixtina para admirar así el techo pintado por Miguel Ángel, su mayor referencia. Al mes siguiente, visitó el Louvre por primera vez. Vestido de cuero negro, el cantante comenzó por las salas de escultura, deteniéndose ante "Psique reanimada por el beso del amor" de Canova, una obra en mármol, que reproducirá en su rancho Neverland.
El Louvre fue uno de sus escenarios favoritos.
A diferencia de lo que hicieron Beyoncé y Jay Z este año, él nunca grabó un clip en el Louvre. Pero el museo más grande del mundo fue una de sus paradas favoritas en París e instó a su familia a ir. Sus sobrinos Taryll, Taj y TJ, que formaron el grupo 3T, recibieron una "bronca" de su tío Michael por haberse saltado la visita al museo cuando estuvieron en París a mediados de los años 90.
La fascinación por el arte europeo se encuentra en el trabajo de MJ, que también tenía destreza en el dibujo como muestran los dibujos que se conservan en un estudio de Los Ángeles: Mickey, autorretratos, jefes indios, una reproducción de girasoles de Van Gogh. La portada barroca del álbum Dangerous (1991) está llena de citas de las obras de Bosch y Botticelli. También hay un guiño al fresco "Napoleón I en su trono" de Ingres, con un perro afgano en lugar del Emperador.
Trás de sus gafas negras, tenía lágrimas en los ojos.
Michael supo utilizar grandes obras clásicas para plasmar su leyenda. Al igual que los notables del Renacimiento, el cantante había nombrado a sus própios retratistas, como David Nordahl, encargado de celebrar su majestad dibujando pinturas de Bouguereau o da Vinci. En una reinterpretación muy personal de "La última cena", lo vemos rodeado de sus apóstoles: Einstein, Chaplin, Elvis, Kennedy... En otras pinturas, toma el lugar de Napoleón o el Rey Arturo. Tremendamente kitsch...
Más allá de un cierto gusto por lo barroco, el oropel y una megalomanía teñida de la sencillez de un niño, la pasión por el arte de Michael Jackson estaba fuera del esnobismo o la coquetería para todos aquellos con los que se cruzó. Laurence Roussel, jefe del departamento de comunicaciones visuales en el Louvre, recuerda su visita de la estrella en 1995. "Fue una visita con tiemo ilimitado. Antes había estado en Disneyland. Hablaba poco, parecía bastante tímido, expresando sobre todo emociones". Después de una visita a los apartamentos de Napoleón III, comenzaó a vocalizar por las escaleras del Ministro. Luego se paró bastante tiempo en el patio Puget, ante la estatua de bronce de "Los cuatro cautivos" de Martin Desjardins.
"Tras sus gafas oscuras, tenía lágrimas en los ojos, sentí que él era un poco como esos cautivos". También un prisionero, pero de su fama.
[Le Journal du Dimanche]
*Traducido por Xtarlight y Mpenziwe para www.MJHideOut.com
Por favor, no utilices esta traducción en otra web, foro o facebook, en su lugar, pon un link directo a este post. Gracias!
Apasionado del arte clásico y barroco, Michael Jackson visitó el Louvre, Musée d'Orsay y la Opera Garnier durante sus visias a París
En 1996, el Musée d'Orsay recibió a un visitante famoso, pero lo hizo casi de incógnito. Michael Jackson disfrutaba de una visita a París y quiso realizar una de sus actividades favoritas: las visitas culturales. "A menudo hablaba de su pasión por el arte y la arquitectura clásica francesa", recuerda Jackie Lombard, productor de sus conciertos en París. "Conocía el Louvre y había visitado Versalles. Esta vez quería ir al Musée d'Orsay..."
La visita se realizó en con un pequeño comité pero sin cerrar el museo. "Entramos por una puerta trasera con un guardaespaldas y su asistente para fotografiar las obras favoritas de Michael". Durante varias horas, el rey del pop pudo caminar por los pasillos del templo de la pintura impresionista, ante los ojos de otros visitantes. "Si hubiéramos venido con todos sus guardaespaldas, allí habría habido una multitud, la gente solo se preguntaba si era el verdadero Michael Jackson o alguien parecido..."
Sin palabras ante el fresco de Marc Chagall
Después de d'Orsay, el intérprete pidió visitar otro monumento de la cultura francesa: la Ópera Garnier. Permaneció sin habla frente al fresco de Marc Chagall que adornaba el techo del gran salón y pasó mucho tiempo entre bambalinas viendo a una bailarina ensayar.
También pidió dar un paseo en el techo de la Casa de la Ópera. "Conocía la historia de que los bailarines iban allí a tomarse descansos para fumar, subimos y vimos las cabezas de la gente apareciendo por todas partes, fue muy divertido," cuenta Jackie Lombard, subrayando la sed de conocimiento cantante: "Quería saberlo todo, todo lo que no pudo aprender durante su infancia robada".
En mayo de 1988, durante su visita a Roma para el Bad World Tour, consiguió que el Papa Juan Pablo II cerrase para él la Capilla Sixtina para admirar así el techo pintado por Miguel Ángel, su mayor referencia. Al mes siguiente, visitó el Louvre por primera vez. Vestido de cuero negro, el cantante comenzó por las salas de escultura, deteniéndose ante "Psique reanimada por el beso del amor" de Canova, una obra en mármol, que reproducirá en su rancho Neverland.
El Louvre fue uno de sus escenarios favoritos.
A diferencia de lo que hicieron Beyoncé y Jay Z este año, él nunca grabó un clip en el Louvre. Pero el museo más grande del mundo fue una de sus paradas favoritas en París e instó a su familia a ir. Sus sobrinos Taryll, Taj y TJ, que formaron el grupo 3T, recibieron una "bronca" de su tío Michael por haberse saltado la visita al museo cuando estuvieron en París a mediados de los años 90.
La fascinación por el arte europeo se encuentra en el trabajo de MJ, que también tenía destreza en el dibujo como muestran los dibujos que se conservan en un estudio de Los Ángeles: Mickey, autorretratos, jefes indios, una reproducción de girasoles de Van Gogh. La portada barroca del álbum Dangerous (1991) está llena de citas de las obras de Bosch y Botticelli. También hay un guiño al fresco "Napoleón I en su trono" de Ingres, con un perro afgano en lugar del Emperador.
Trás de sus gafas negras, tenía lágrimas en los ojos.
Michael supo utilizar grandes obras clásicas para plasmar su leyenda. Al igual que los notables del Renacimiento, el cantante había nombrado a sus própios retratistas, como David Nordahl, encargado de celebrar su majestad dibujando pinturas de Bouguereau o da Vinci. En una reinterpretación muy personal de "La última cena", lo vemos rodeado de sus apóstoles: Einstein, Chaplin, Elvis, Kennedy... En otras pinturas, toma el lugar de Napoleón o el Rey Arturo. Tremendamente kitsch...
Más allá de un cierto gusto por lo barroco, el oropel y una megalomanía teñida de la sencillez de un niño, la pasión por el arte de Michael Jackson estaba fuera del esnobismo o la coquetería para todos aquellos con los que se cruzó. Laurence Roussel, jefe del departamento de comunicaciones visuales en el Louvre, recuerda su visita de la estrella en 1995. "Fue una visita con tiemo ilimitado. Antes había estado en Disneyland. Hablaba poco, parecía bastante tímido, expresando sobre todo emociones". Después de una visita a los apartamentos de Napoleón III, comenzaó a vocalizar por las escaleras del Ministro. Luego se paró bastante tiempo en el patio Puget, ante la estatua de bronce de "Los cuatro cautivos" de Martin Desjardins.
"Tras sus gafas oscuras, tenía lágrimas en los ojos, sentí que él era un poco como esos cautivos". También un prisionero, pero de su fama.
[Le Journal du Dimanche]
*Traducido por Xtarlight y Mpenziwe para www.MJHideOut.com
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