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Esto es amor. Quien lo probó, lo sabe

Siberian Husky

Con el alma y mente puestos en mi madre
Buenas noches, mamá,

Cuántas vueltas da la vida, ¿verdad? Llegar a creer ilusoriamente, como yo hacía, en tener el control férreo del timón de tu destino, sentirte invulnerable a los vaivenes e inclemencias del mundo y del entorno que te rodea, para que, en el lance más insospechado y menos pensado, los avatares de lo indeterminado y del azar terminen haciéndote descarrilar, hasta el punto de llevarte a reflexionar en qué energías y desvelos has invertido vanamente tus empeños a lo largo de tu recorrido existencial, autoengañándote durante todo el tiempo, ya irrecuperable, en balde.

Desde ese lunes, no soy el mismo que el de antaño. He cambiado, sin proponérmelo siquiera. Ha sido por cuanto se ha interpuesto en nuestros caminos, alejándonos irremediablemente, por primera vez desde que se me congració la fortuna de erigirme en hijo tuyo, en parte de la creación que, a tu modo, forjaste como reflejo y calco de tu ser.

Desde entonces, siento el vacío circundarme, hallándome inseguro, desguarnecido y desprotegido de la malla que, un buen día, tú tejiste con tanto celo y mimo, mostrándose desde ese infausto día roída, rota y desgarrada, pasto idóneo para los depredadores que mantuviste siempre a raya, alejados de mí.

Cuánto bien hiciste y amor diste, como alma generosa que siempre fuiste -a pesar de las enfermedades y los sinsabores-, anteponiendo el favor al prójimo sobre el provecho a obtener propio, y cuán poco recibiste a cambio, incluidas manifestaciones de desdén, incomprensión y desprecio de los calumniadores que tan poco aprecian a los escasos (y, por ello, excepcionales en su especie) seres de luz que otorgan bondad a este planeta tan loco de atar, y que tanto fueron minando la hermosura de los pétalos de una flor tan irrepetible como tú eras. Por ese motivo, es posible que empatizaras tanto con Michael como tú hacías, pues, diferencias aparte, coincidíais en muchos puntos en común (entre ellos, el de vuestro sino trágico). Ahora no podré escuchar Heal the World o Stranger in Moscow, tus temas favoritos de su repertorio, con el mismo ánimo que el de antes de que volaras, batiendo tus alas para no sufrir más.

Yo te demostré, siempre que la ocasión lo requirió, todo mi afecto. Pero, en mi fuero interno, pienso que podría haber obrado más y mejor contigo, vindicándote como te merecías, otorgándote unas posibilidades vitales que, en último término, no conseguí hacerlas realidad. Esa espina siempre la retendré clavada en mis entrañas, y me dolerá para lo restos, hasta el último aliento que me reste por vivir. Esa condena la asumo como penitencia propia, como parte del peaje que tendré necesariamente que pagar por los errores cometidos que han llevado estampada mi firma, y de los que tú has resultado involuntariamente víctima de ellos.

Desde ese día, todo cuanto ensordece al ser humano en su devenir cotidiano, y que tanto centraba en ello mi interés, ha perdido por completo su significado para mí. Vivo en estado de coma inducido, muerto en vida, en una suerte de pesadilla macabra y de mal gusto que no cesa, confiando, sin demasiado éxito, en que todo remita al amanecer del día siguiente. Y no es así, por desgracia.

He extraído la conclusión de que consumimos demasiado tiempo en obnubilaciones carentes de relevancia alguna, mientras que lo esencial, esto es, lo cercano, lo más próximo, lo más inmediato y acuciante para uno/a mismo/a, lo dejamos aparcado en un rincón, desatendiéndolo en parte, en la creencia -a la postre, fútil- de que siempre podremos disponer a mano, en todo momento, de él, en cuanto nos plazca. Y me he dado cuenta de que no es así.

Nada es inmutable e imprescindible, ni tampoco eterno. La vida se consume en un centelleante abrir y cerrar de ojos, y, como te descuides, todo cuanto agarras con firmeza terminará derritiéndose en tus manos, sin que puedas denodadamente perseverar en evitarlo.

Estuviste ahí, escoltándome a mi lado, y, quizá, no he sabido apreciar el tesoro del que disponía hasta que lo he perdido. Prematura e inesperadamente, además. Cuántos proyectos truncados por la fuerza de los hechos irreversibles... Es un sentimiento tortuoso, y, por desgracia, inconsolable, en el que nada (ni tan siquiera unas reconfortantes palabras de ánimo) bastará para sofocar el dolor. El dolor del amor sentido y verdadero que se escapa por la ventana, sin que puedas hacer nada para detener su fuga, al llegarle la hora a alguien a quien tanto quieres. Y, presumiblemente, al que más has querido en este mundo.

Por ello, te dedico este post, siendo el último que redacte en esta página, porque no he podido poner mejor broche final a mi estancia aquí que el de este escrito que he preparado para tan ilustre ocasión, con el corazón en la mano, pensando en la brújula que ha guiado mis pasos en la senda de mi porvenir, a pesar de todos los avatares padecidos.

Porque, como compusiera Lope de Vega en uno de sus poemas líricos más célebres: "Esto es amor. Quien lo probó, lo sabe". Y ese día conocí cuál es el sabor amargo que encierran las despedidas eternas a bocajarro y sin mediar preaviso: a hiel.

Ojalá pueda reencontrarme contigo y explorar la felicidad en el más allá, si éste existe. Me aferro a la mínima esperanza de que, más allá de lo físico y tangible, algo trascienda a nosotros, pues sería muy triste el que no lo hubiera. Y fundirnos, de ese modo y nuevamente, en un fraternal abrazo, y no volver a separarnos nunca jamás.

Si pudiera retroceder en la línea del tiempo y volver atrás...
 

pussycontrol

HideOuter Gayhetero
Te acompaño en el sentimiento , una de las mas trágicas amarguras que nos depara este absurdo mundo.

Un abrazazo en la distancia.
 
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