Siberian Husky
Con el alma y mente puestos en mi madre
Y..., bueno, Siberian Husky, nos hallamos, a estas alturas del año, a punto de culminarse el mismo, en Nochevieja.
- Sí.
¿No debería corresponderte la licencia de emitir el cumplido de turno a los presentes, deseando un próspero Año Nuevo, plagado de buenos dividendos y premisas?
- He optado por no hacerlo. ¿Qué sentido tiene encomendarnos a un deseo, a un propósito, que no dependerá, sino de nuestro propio esfuerzo, o bien de los condicionantes provenientes del entorno?
Buena apreciación. Por tanto, ¿qué sugieres como alternativa a ello?
- Urgir encarecidamente a los demás, a que construyan, con sus propios medios, en la medida de sus posibilidades humanas y materiales, por limitados que resulten, los cimientos que propicien un estado de placer con uno mismo (en el supuesto de que ése suponga el estado anímico de dicho sujeto), o de ruptura con las ataduras, con las cadenas que nos anulan, con los vicios que nos condenan a, una vez enésima más, desechar los proyectos iniciados con ímpetu y determinación valerosa en enero..., para terminar posponiéndolos, como viene resultando habitual, apenas unas semanas o meses más tarde. Y que, acto seguido y de paso simultáneamente, aun con actos simbólicos, de diminuta y minúscula entidad, hagan la vida, la convivencia y el bienestar de quienes a uno le rodean más soportable y llevadera, en unos tiempos absolutamente tiranizados por los ídolos de silicio: las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
Siberian; ¿cuál ha supuesto la lección que has extraído en 2016?
- Que la resolución de tus dilemas morales y tu lugar en el mundo no provendrá, de ninguna manera, del colectivo en que resides. Es decir, no esperes, ni por asomo, que los demás velen por tu propia integridad y cuidado; ellos ya se ocupan de sí mismos. Es tu tarea y responsabilidad estimarte, apreciarte y cultivarte en una relación directamente proporcional al grado de exigencia que a ti mismo/a te concedes y de respeto a tu propia persona. Y, por otra parte, nada más atinado que un célebre proverbio hindú que deberíamos asumir como dogma propio: "cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio".
Dinos una palabra de referencia que nos sirva de inspiración, de cara a 2017.
- Ilusión. Desintoxicación. Reinvención. Cualquiera de ellas, podría reportar utilidad para cualquiera interesado/a en conllevarlas a la práctica.
Amigo Siberian, si me permites la osadía de emitirte una apreciación, te expresas como un cura, en pleno siglo XXI.
- ¡No es la primera ocasión en la que me lo hacen constar! Al menos, que me equiparen con honor a Francisco Giner de los Ríos, el fundador de la Institución Libre de Enseñanza, a quien sus discípulos y coetáneos de la época definían como "un santo varón laico".
Siberian..., me he persuadido de que has terminado felicitando el Año Nuevo, contrariamente a tu propósito inicial.
- Ya ves. Así soy, plagado de contradicciones. ¿Quién no las tiene? Puede que ellas también nos doten de la diferencialidad que nos hace únicos e irrepetibles, ¿no crees?
En todo caso..., muchas gracias por sus palabras.
- En fin... Feliz Año Nuevo. Un placer. Y también a todos aquéllos que me lean con avidez e interés.
- Sí.
¿No debería corresponderte la licencia de emitir el cumplido de turno a los presentes, deseando un próspero Año Nuevo, plagado de buenos dividendos y premisas?
- He optado por no hacerlo. ¿Qué sentido tiene encomendarnos a un deseo, a un propósito, que no dependerá, sino de nuestro propio esfuerzo, o bien de los condicionantes provenientes del entorno?
Buena apreciación. Por tanto, ¿qué sugieres como alternativa a ello?
- Urgir encarecidamente a los demás, a que construyan, con sus propios medios, en la medida de sus posibilidades humanas y materiales, por limitados que resulten, los cimientos que propicien un estado de placer con uno mismo (en el supuesto de que ése suponga el estado anímico de dicho sujeto), o de ruptura con las ataduras, con las cadenas que nos anulan, con los vicios que nos condenan a, una vez enésima más, desechar los proyectos iniciados con ímpetu y determinación valerosa en enero..., para terminar posponiéndolos, como viene resultando habitual, apenas unas semanas o meses más tarde. Y que, acto seguido y de paso simultáneamente, aun con actos simbólicos, de diminuta y minúscula entidad, hagan la vida, la convivencia y el bienestar de quienes a uno le rodean más soportable y llevadera, en unos tiempos absolutamente tiranizados por los ídolos de silicio: las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
Siberian; ¿cuál ha supuesto la lección que has extraído en 2016?
- Que la resolución de tus dilemas morales y tu lugar en el mundo no provendrá, de ninguna manera, del colectivo en que resides. Es decir, no esperes, ni por asomo, que los demás velen por tu propia integridad y cuidado; ellos ya se ocupan de sí mismos. Es tu tarea y responsabilidad estimarte, apreciarte y cultivarte en una relación directamente proporcional al grado de exigencia que a ti mismo/a te concedes y de respeto a tu propia persona. Y, por otra parte, nada más atinado que un célebre proverbio hindú que deberíamos asumir como dogma propio: "cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio".
Dinos una palabra de referencia que nos sirva de inspiración, de cara a 2017.
- Ilusión. Desintoxicación. Reinvención. Cualquiera de ellas, podría reportar utilidad para cualquiera interesado/a en conllevarlas a la práctica.
Amigo Siberian, si me permites la osadía de emitirte una apreciación, te expresas como un cura, en pleno siglo XXI.
- ¡No es la primera ocasión en la que me lo hacen constar! Al menos, que me equiparen con honor a Francisco Giner de los Ríos, el fundador de la Institución Libre de Enseñanza, a quien sus discípulos y coetáneos de la época definían como "un santo varón laico".
Siberian..., me he persuadido de que has terminado felicitando el Año Nuevo, contrariamente a tu propósito inicial.
- Ya ves. Así soy, plagado de contradicciones. ¿Quién no las tiene? Puede que ellas también nos doten de la diferencialidad que nos hace únicos e irrepetibles, ¿no crees?
En todo caso..., muchas gracias por sus palabras.
- En fin... Feliz Año Nuevo. Un placer. Y también a todos aquéllos que me lean con avidez e interés.