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Venezolanos del foro ¿Cómo véis la situación actual en Venezuela?

pussycontrol

HideOuter Gayhetero
Hola a to2.
En vista a los acontecimientos últimamente en Venezuela me gustaría saber -sobre todo y en esencia a l*s venezolan*s como van viendo/viviendo el día a día tras los últimos sucesos y este ultimatum por parte de algunos paises de Europa (España incluida) y la UE.



Me interesa mucho vuestras opiniones.:)

Un cordial saludo.
 

Siberian Husky

Con el alma y mente puestos en mi madre
Una muestra palmaria del funcionamiento de la realpolitik, en el ámbito de la geopolítica que siempre ha prevalecido en el tablero de ajedrez que conforma la comunidad internacional. Detrás de las apelaciones colectivas al interés general, a la reinstauración (o consolidación, según los casos) de la democracia, la práctica efectiva de la observancia más estricta de los derechos fundamentales y el ejercicio de las libertades públicas, se esconde una verdad incómoda: la naturaleza del país sobre el que los establishment de cariz político, financiero y mediático -que, no lo olvidemos, tejen un maridaje confluyente, siempre apuntando en la misma dirección- reproducen dicho discurso.

Y Venezuela, señoras y señores, supone una tierra fértil en gas y petróleo, un maná inagotable al que acogerse por parte de aquellos otros países, más fuertes diplomática, militar, y económicamente -pero vulnerables en cuanto a su dependencia energética y de ciertos recursos materiales y/o minerales-, con los que paliar la carencia absoluta de imaginación en sus proyectos de abastecer a su ciudadanía, en una era en la que las provisiones que la madre Tierra nos ha prodigado, de procedencia fósil, irán menguando, de alternativas medioambientales sostenibles, en la fútil creencia de que ya solventarán nuestros hijos, o, en su lugar, los descendientes de éstos, cuanto no supieron -o, peor aún- quisieron acometer. O, simplemente, porque, en términos de coste electoral, tales planes de contingencia, de transición de un modelo a otro, se hallará penalizado por el grueso del electorado, en una era en la que, como buenamente Robert Michels habría señalado, la única mira a la que se atiene el aspirante a cargo público -o de aquél quien ya lo detenta- reside, precisamente, en garantizarse como sea su continuidad -o en su accesión al mismo-. Durante los últimos años, los países que integran la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) barruntan la posibilidad de restringir la producción del denominado oro negro a países terceros de los que, precisamente, Venezuela, es uno de sus representantes. ¿Casualidad?

Además, Venezuela conlleva algunos años redefiniendo su política exportadora, primando nuevas alianzas con países de segundo y tercer orden, ajenos al selecto club de poderosos habituales con los que ha debido lidiar en el pasado (como Estados Unidos).

Pero, ¿alguien medianamente sensato sería capaz de sostener, sin miramientos, que la abrumadorísima mayoría de mass-media en España focaliza su atención en torno a Venezuela, desde la práctica llegada de Hugo Chávez al palacio de Miraflores, en 1999, pensando, con bonhomía, en el bienestar salutífero de los venezolanos? ¿O todo radica en que el complejo político-financiero-empresarial-mediático atesora, en última instancia, afán de promover proyectos de inversión en ese Estado caribeño, incurriendo en prácticas de dumping social, contrarios al bien común de Venezuela, en los órdenes social, económico y ecológico? Repsol, Telefónica, o el grupo PRISA, así lo atestiguan y certifican.

Curioso el supuesto del grupo PRISA. En su prensa de cabecera, El País -medio escrito, en sus vertientes en papel y digital, de los de mayor tirada y seguimiento en la piel de toro, colabora como columnista de opinión, en la sección de Internacional, Moisés Naím. Si de sus intervenciones por escrito se dejaran ustedes guiar, creerían en su voluntad firme y decidida en pos de las libertades democráticas, la justicia, y la denuncia frente a los excesos del poder. Él, Moisés Naím, un azote del partido en el poder, de hecho, se presenta a sí mismo como un paladín de la democracia.

Sí: el mismo Moisés Naím que ocupó el ministerio de Fomento durante el segundo mandato alterno de Carlos Andrés Pérez (AD) -1989-1994- y encargaba a las Fuerzas del Orden Público a disparar a matar, y a reprimir severamente... a unos ciudadanos, generalmente vinculados al sector agrícola, que se manifestaban pacíficamente, contrarios a la doctrina de los años de plomo del consenso de Washington, consistente en privatizaciones, desregulaciones sin control, pérdida de derechos y, como colofón a todo ello -aunque en ello poco tuvo que ser el consenso de Washington- una espiral de corrupción sistémica que aquejaba a todo el sistema político-institucional del país en los idílicos (para él) años de la alternancia política entre el COPEI y Acción Democrática. Nuestros PP y PSOE de toda la vida del Señor. Porque lo que les demandaba el señor Naím a todos aquéllos que se resistían a agachar la cabeza... era que resignaran a que el país se hallara esquilmado en manos de la oligarquía terrateniente y financiera de origen criollo que heredó las riendas del poder desde la conquista de su independencia (en 1810), sin observancia alguna de una mínima consciencia de operar en provecho de los derechos de la mayoría social, apartada de los foros institucionales; eso sí, con el sacrosanto aval del voto revalidado, como un solo hombre -y mujer- durante los años zozobrantes de la IV República.

Porque, señores, esto era la IV República de Venezuela (1961-1999). Y he aquí una muestra de un spot electoral del candidato que terminó alzándose con un triunfo arrollador en las presidenciales de 1988. Última vez en que la Acción Democrática (socialdemócrata... como el PSOE, sí -en clave irónica-) tocó las mieles del poder.

Ahí, en ese vídeo, se contempla a la perfección cómo una parte de Venezuela -minoritaria en número, pero muy ruidosa e influyente en términos de influjo sobre las instituciones del país- se creía y arrogaba el derecho de hacer con la voluntad de todo un pueblo cuanto se le viniera en gana, pues ganaban siempre. SIEMPRE. Venezuela, convertida -como casi todos los países del Cono Sur latinoamericano- en el patio trasero de la hiperpotencia del norte: Estados Unidos.

En 1992, el régimen de la IV República sufrió un el primer aviso: el Golpe de Estado perpetrado por el entonces general Chávez -al frente del movimiento MBR-200- no depuso al Ejecutivo de Carlos Andrés Pérez, en un contexto de sospechas de irregularidades sobre su gestión, depresión económica -como consecuencia de las abruptas medidas de austeridad auspiciadas desde el FMI (Fondo Monetario Internacional)- y desánimo ciudadano ante un orden de cosas que se preveía inalterable en el tiempo, pero hirió de muerte al sistema político derivado del puntofijismo que personificaban el COPEI y la AD, tras una sucesión de presidentes terribles e indigestos para la ciudadanía -Herrera (COPEI); Lusinchi (AD) (cuya única y principal virtud fue la de otorgar, cada vez, mayores parcelas de poder, inclusive aquéllas relativas a la seguridad del Estado, a su amante, Blanca Ibáñez; y el propio Pérez (AD)-.

En 1993, el sistema electoral se comenzó a cobrar la primera víctima: el COPEI fue percibido como exponente corresponsable de los males del país, y ante el idéntico descrédito del que hacía gala la AD, tras dos quinquenios nefastos, al establishment no se le ingenió nada mejor que articular una candidatura de apariencia, en teoría, independiente, supraordenada más allá de siglas. el movimiento Convergencia, encabezado por Rafael Caldera. Vencedor final de los comicios presidenciales, asumió el bastón presidencial (1994-1999).

El problema residía en que Caldera no se trataba, precisamente, de un candidato neófito. No. De ninguna manera. De hecho, fue Presidente del país entre los años 1969 -¡¡¡1969!!!- y 1974 por el COPEI, siendo antecesor en el cargo de... sí. Como lo oyen. Carlos Andrés Pérez (AD) -1974-1979-. Un bucle cíclico sin solución de continuidad.

Mientras tanto, Chávez, en prisión, fue articulando el proyecto político que le terminaría encumbrando, al salir de la cárcel, en 1996, dos años más tarde, en 1998, el Movimiento V República. Del que saldría el proyecto de reforma constitucional, refrendado por el pueblo venezolano en 1999, actualmente vigente.
 
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Siberian Husky

Con el alma y mente puestos en mi madre
Desde entonces, se han sucedido algo más de una veintena de convocatorias electorales multinivel -presidenciales, legislativas, regionales, municipales- y en todas ellas, salvo en dos -el referéndum constitucional de 2007, y las elecciones generales de 2015-, el partido oficialista -MVR, primero; más tarde, el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) ha obtenido inapelablemente el triunfo; en muchas ocasiones, por márgenes superiores al veinte por ciento, con respecto a la primera fuerza de la oposición-.

Una oposición que supo, tras un años iniciales de división interna y fraccionamiento, confluir conjuntamente, conocedores de que, sólo aunando fuerzas, juntos, podrían aspirar a algo más que las migajas del premio de consolación: la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en la que, aunque no lo reconozcan sus partidarios... militan los prebostes de los antaños COPEI y AD, bajo una nueva redenominación. Muy singular el hecho de que los avezados adversarios del ayer, quienes se llamaban de todo en campaña electoral -para luego compartir elementos de continuidad y vínculos comunes en la gestión de ambas formaciones- se hayan convertido en aliados necesarios frente al chavismo. ¿Acaso la reinstauración de la etapa dorada de privilegios, en favor de una minoría social -a la que pertenece la mayoría de sus integrantes, al hallarse excluidos del poder, por voluntad soberana del pueblo, durante prácticamente veinte años sin rascar bola- de la que hicieron alarde, en su años de dominio, sin interrupción, del poder que malversaron en provecho de unos pocos?

En 2000, el candidato presidencial que presentó la oposición, se trató de un antiguo correligionario de Hugo Chávez, Arias Cárdenas.

¿Saben qué fue de él, años más tarde? Reconciliado con el chavismo, fue gobernador de la región de Zulia hasta 2017... por el PSUV, el partido en el Gobierno.

Como la oposición venezolana no optaba a nada a través del libre juego democrático, y el acatamiento debido a sus reglas, en 2002 abogó por la vía insurreccional, proclamando a Pedro Carmona, dirigente máximo de la Federación de Cámaras (Fedecámaras) como Presidente -¿no les resulta familiar la jugada, simétrica en comparación con la de este fin de semana?-, en la que, entre otros países, como España, durante la segunda legislatura de José María Aznar (PP), confabularon contra el Gobierno venezolano -aprovechando la salida de Chávez al extranjero, como consecuencia de una misión exterior que tenía marcada en su agenda-, y poniendo en jaque la estabilidad institucional y social del país, en un ejercicio filibustero y de conculcación flagrante del ordenamiento jurídico y constitucional de dicho Estado. Todo ello, con el beneplácito (y la dirección real y efectiva, desde la cabina de mandos) del enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams.

La opinión pública, mayoritariamente, reaccionó en contra, frente al silencio dolosamente cómplice de Venevisión -medio de comunicación de titularidad privada, el más visto del país, y marcadamente antichavista-. Un país, por cierto, en el que el 70% de los mass-media, en todas sus vertientes, es de índole privada -y, por ende, ajena a la discrecionalidad del Gobierno de turno-; y el 30% restante, públicos. Y en el que la pluralidad de las distintas visiones que de la realidad política, social, y cultural se derivan de un cosmos tan complejo, diverso y variado como supone el de una sociedad como la de nuestros días se torna más rica en su multiplicidad de matices y contrastes que la del panorama mediático y audiovisual española. Sí, que la de la española.

Tras el fiasco de 2002, la derecha acusó el revés, pues le dotó al Gobierno de la munición perfecta con la que marcar la diferencia en las sucesivas citas del ciclo electoral de los años subsiguientes: la del temor a un nuevo 'golpecito'. Y no tuvo nada que hacer, hasta la muerte de Chávez.

La ocasión en la que la derecha se ha hallado más próxima a reconquistar la Presidencia del país ha sido en los comicios de 2013 -convocados apenas un año más tarde que los anteriores, tras el deceso del vencedor -Hugo Chávez-, con Capriles Radonski, cuando cayó derrotado, por poco más de un punto, por Nicolás Maduro-. Precisamente, en una campaña en la que la oposición, al fin, afinó las aristas más rancias de su discurso, reconociendo las cuantiosas conquistas sociales de los que antaño carecían de voz e interlocución en las instituciones, por parte del Gobierno.

Como la estrategia de comunicación política y electoral no les salió de nuevo de forma rentable y favorable, se inclinaron por la puesta en marcha de un método más sibilino y artero que el más predecible -y menos plausible de ejecutar con visos de eficacia y éxito en una era interconectada a través de la red como la nuestra-: el terrorismo financiero. La asfixia económica inducida voluntariamente a la población venezolana, mediante el desabastecimiento, como mecanismo de presión, tendente a volcar la desafección, producto de la carestía de víveres indispensables para el normal desarrollo vital de los ciudadanos, contra el Gobierno, para así acusarle de las insuficiencias provocadas. Un fenómeno -aunque en España los mass-media lo omitan- que NO TODOS los venezolanos padecen. Sólo aplicable a los distritos de clase trabajadora. En las circunscripciones de renta media-alta, el suministro continúa su flujo corriente y regular, sin privación alguna.

Como Venezuela, así como la práctica cuasi totalidad de los Estados del mundo desarrollado, se rige bajo los principios de la economía de mercado, no ha conseguido suplir con entereza los episodios de inexistencia de stock en productos básicos, o de consumo, producidos u ofertados, de manera ordinaria, por el sector privado. Aun implementando medidas, tales como la expedición de cartillas de racionamiento, o la subida del salario mínimo interprofesional, para que las rentas del trabajo puedan mínimamente aspirar a la compra de bienes que, en el libre juego de la transacción, de la oferta y la demanda por la vía legal -o del mercado negro-, ascienden a costes prohibitivísmos para el sueldo de asalariados y/o autónomos, quienes, por razón de origen social, dependen de unas ganancias modestas para sobrevivir.

Para concluir:

1. El 20 de mayo de 2018 se celebraron elecciones presidenciales, habiendo sido la oposición venezolana la que solicitó, en su momento, el adelanto de las elecciones a esa fecha, y no en diciembre, como habrían correspondido, conforme a los usos devenidos de mandatos previos.​
3. En Venezuela el voto es un derecho, no es un deber. Por lo tanto, el derecho de sufragio activo no se torna obligatorio y preceptivo. Quienes decidieron no asistir a votar se hallaban en su pleno derecho de no hacerlo. Votaron más de 9 millones de venezolanos.​
4. Participaron dieciséis formaciones políticas. En las reglas elementales de la representación política, las candidaturas que se abstienen libremente de intervenir, corren el aventurado riesgo de hallarse suplidas por aquéllas que sí terminan concurriendo a las urnas.​
5. Se postularon seis candidatos: Nicolás Maduro, Henri Falcón, Javier Bertucci, Reinaldo Quijada, Francisco Visconti Osorio y Luis Alejandro Ratti (los dos últimos decidieron apearse de la carrera a última hora).​
6. Maduro ganó al obtener el 67,84%; le siguieron Henri Falcón con el 20,93%; Javier Bertucci con 10,82% y Reinaldo Quijada con el 0,39% del total.​
7. Acompañaron en el proceso catorce comisiones electorales de ocho países; dos misiones técnicas electorales; dieciocho periodistas de distintas partes del mundo; un europarlamentario y una delegación técnico-electoral.​
8. Las elecciones se realizaron con el mismo sistema electoral empleado en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, en las cuales resultó ganadora la oposición venezolana. Sistema que es automatizado y sometido a auditorías antes, durante y después de los comicios. Sistema que garantiza los principios de “un elector, un voto” porque solo con la huella se desbloquea la máquina de votación.​
9. Se realizaron dieciocho auditorías al sistema; dieciocho. Los representantes del candidato Henri Falcón participaron en todas ellas y suscribieron las actas en las que manifiestan su conformidad con el sistema electoral. Las auditorías son públicas y televisadas en vivo por el canal del Consejo Nacional Electoral (CNE). Una vez realizadas las auditorías, el sistema se bloquea y la única manera de acceder nuevamente es con la introducción de los códigos.​
10. Ninguno de los candidatos que participó en el proceso electoral impugnó los resultados.​

Y es que, mis muy estimados adláteres de plática, Venezuela, ¡contiene tantos elementos de signo dictatorial que la oposición... controla, desde 2015, con mayoría de dos tercios, la Asamblea Nacional (principal órgano legislativo del país)! Si ésa supone, en fin, una muestra de régimen dictatorial, ¡cómo entrañará vivir en una democracia de facto, en la que el pueblo expresa el ejercicio de su soberanía, en toda la amplitud del concepto! (ironía reiterada al uso).

Y yo me pregunto: ¿por qué no apuntan los cañones de quienes propalan la necesidad de intervenir, en pos de las libertades 'secuestradas' en países, tales como Honduras, Turquía, Siria, o Arabia Saudí? ¡Ah, amigos! Porque esos correligionarios serán unos descarriados, sí; sin duda. Pero, lo más esencial de todo ello, estriba en que son de los nuestros.

Hasta aquí mi intervención, la cual, estoy convencidísimo, levantará ampollas. Pero es mi opinión, argumentada, creo yo, con bastante solidez.

Un cordial saludo.
 
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pussycontrol

HideOuter Gayhetero
O sea que según entiendo y sintetizando, el panorama tan desalentador del acusadoracionamiento de los productos de consumo que sufre la población (la mas desfavorecida subrayas) del país latino y razón por la cual algunos paises de Europa les ha dado ultimatum a Maduro para el próximo 3 de febrero, se debería a una acción ladina- y ciertamente perversa- de como le llamaste: terrorismo financiero provocado en esencia por la oposición.:unsure:
 
Ya son varias las ocaciones que he entrado para ver si hay alguna opinion de algun Venezolano, ¿estaran tan oprimidos que ya ni siquiera tienen internet o temen ser agraviados por el estado represor si emiten opinion alguna?

Lo que me llama la atencion es que el buen S Husky necesite 10,000 palabras para decir que apoya a Nicolas Maduro. Basta con decirlo. En fin, es la opinion de Husky, se respeta y se levantan ampollas.

Yo no apoyo a semejante dictador. En Venezuela no hay democracia aunque SH trate de demostrarlo con 1,000 palabras, prueba de ello que maduro desconosca la asamblea constitucional (emanada del voto popular) porque no tiene mayoria y conforma una nueva asamblea a modo por sus pistolas (o se lo dijo un pajarito, vaya que esta loco ese guey). Yo, como cualquier democrata, estoy a favor de la Asamblea Nacional Consitucional.

Lo del complot político-financiero-empresarial-mediático, no me lo creo, las inversiones son para bien, que casualidad que este tipo de inversiones (que todas las naciones buscan con ahinco) ayudan a todos los paises del mundo menos a Venezuela. Y lo de la asfixia economica inducida mediante el desabasto, ¿cual? ¿que no ha prohibido maduro la entrada de ayuda humanitaria porque dice que ellos no necesitan migajas?, que no ha dicho que "en Venezuela todo esta bien" y no hay ningun desabasto (aclaro, estoy siendo sarcastico). Y si tienen tantas carencias, es por la pesima gestion que como presidentes han tenido Chavez y Maduro, que si fueran buenos presidentes hubiesen impulsado la economia local no despilfarrando el dinero en politicas retrogradas.

Saludos.
 
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