Hola a tod@s.
Se acerca la navidad y por todos es sabido que estas fechas entrañan un gran negocio para El Corte Ingles y demás comercios que, a expensas de los sentimientos que deberian aflorar durante estas fechas, ven como engordan sus arcas con el dinero que los españolitos de a pie les dan comprando regalos y cosas varias.
Personalmente yo odio este aspecto de la navidad, pero me gusta el ambiente que se genera esos días; me refiero a esa felicidad (efimera) y la buena predisposicion de todo el mundo hasta que El Corte Ingles da por finalizada su campaña navideña hasta (desgraciadamente) el próximo año.
Este articulo que a continuacion os pongo, aparecio publicado en un periodico de canarias y fue escrito por el periodista Salvador Sagaesta y que, a mi modo de ver, relata con total exactitud que se entiende por navidad es nuestros días.
Aquí os lo dejo, disfrutadlo!!!!!!!!!
¡Amárrense los cinturones que, como éramos pocos, parió la abuela y llega la Navidad!
En una sociedad como la nuestra, tensa como un hilo eléctrico pelado, los índices de infelicidad colectiva se disparan como el colesterol en estas fechas lacrimógenas. La tasa de suicidios aumenta durante esa mentira navideña envuelta en papel de celofán. Hasta no hace demasiados años, me deprimía en estas fechas, pero hace ya tiempo que no porque las fiestas de diciembre-enero ya ni siquiera me recuerdan a las que merecían nostalgia. (ya ni la nostalgia sabe que reivindicar). Todo en estas fechas es de un postizo tan escandaloso que no merece ser tomado enserio. Falsa es la presunta capacidad adquisitiva de que hacemos gala en diciembre; falsa es la alegría de las fiestas; falso es el color oro de los papeles de regalo; falso es el deseo de felicidad y prosperidad de letras escritas al reverso de las postales enviadas por rutina; falso es el cancionero típico navideño; falsa es la imagen de los spots televisivos con familias felices y numerosas reunidas en torno a la chimenea de lea y que sirven para los anuncios del turrón; falsa es hasta la estrella Polar de los nacimientos de cartón, y los arbolitos navideños que, una vez acabada la pesada broma navideña, se pliegan tristemente, como un paraguas, hasta la próxima reedición de la tragicomedia; falsa también la leyenda de que la poca usada víscera cardiaca de los ricachones se enternece por estas fechas y hasta la burguesía parasitario-depredadora comparte su mesa con los pobres para una excepcional pasada por el pavo trufado... falso todo de pies a cabeza, como los Reyes Magos de Oriente con ropajes prestados o las barbas del Papa Noel de utillaje.
Serán cada vez menos los niños que pierden el sueño por estas fechas en la vigilia de Reyes. Quizá el único rey aun esperado por unos cuantos credulones sea el de Afganistán. Lo único real de las Navidades seguro que apenas son las peladillas y el mazapán. Hasta el paquete regalo de la empresa es una mofa: contiene en tonterías menos de la quinta parte de los que te debe en concepto de plusvalías. Y falsos son seguramente, también, esos miles de grandes proyectos de futuro y felicidad hilvanados a la hora de las doce campanadas y las moscateles.
Pero que duda cabe de la necesidad del ceremonial. Nos queda el recurso de no ser credulon ni gregario, pero quizá vale la pena apuntarse al carro de la comedia, evadirse de este mundo romo y sus pesadillas para vivir un sueño de paraíso en esta sala de incurables.
O sea, escaparnos por instantes de la esfera racional y refugiarnos en la esfera de lo onírico, abrazando Reyes Magos y pajes mercenarios, Papas Noeles con barbas de naylon y demás patibularios personajes de la comedia. No es para nada bueno que todo sea verdad.
Se acerca la navidad y por todos es sabido que estas fechas entrañan un gran negocio para El Corte Ingles y demás comercios que, a expensas de los sentimientos que deberian aflorar durante estas fechas, ven como engordan sus arcas con el dinero que los españolitos de a pie les dan comprando regalos y cosas varias.
Personalmente yo odio este aspecto de la navidad, pero me gusta el ambiente que se genera esos días; me refiero a esa felicidad (efimera) y la buena predisposicion de todo el mundo hasta que El Corte Ingles da por finalizada su campaña navideña hasta (desgraciadamente) el próximo año.
Este articulo que a continuacion os pongo, aparecio publicado en un periodico de canarias y fue escrito por el periodista Salvador Sagaesta y que, a mi modo de ver, relata con total exactitud que se entiende por navidad es nuestros días.
Aquí os lo dejo, disfrutadlo!!!!!!!!!
¡Amárrense los cinturones que, como éramos pocos, parió la abuela y llega la Navidad!
En una sociedad como la nuestra, tensa como un hilo eléctrico pelado, los índices de infelicidad colectiva se disparan como el colesterol en estas fechas lacrimógenas. La tasa de suicidios aumenta durante esa mentira navideña envuelta en papel de celofán. Hasta no hace demasiados años, me deprimía en estas fechas, pero hace ya tiempo que no porque las fiestas de diciembre-enero ya ni siquiera me recuerdan a las que merecían nostalgia. (ya ni la nostalgia sabe que reivindicar). Todo en estas fechas es de un postizo tan escandaloso que no merece ser tomado enserio. Falsa es la presunta capacidad adquisitiva de que hacemos gala en diciembre; falsa es la alegría de las fiestas; falso es el color oro de los papeles de regalo; falso es el deseo de felicidad y prosperidad de letras escritas al reverso de las postales enviadas por rutina; falso es el cancionero típico navideño; falsa es la imagen de los spots televisivos con familias felices y numerosas reunidas en torno a la chimenea de lea y que sirven para los anuncios del turrón; falsa es hasta la estrella Polar de los nacimientos de cartón, y los arbolitos navideños que, una vez acabada la pesada broma navideña, se pliegan tristemente, como un paraguas, hasta la próxima reedición de la tragicomedia; falsa también la leyenda de que la poca usada víscera cardiaca de los ricachones se enternece por estas fechas y hasta la burguesía parasitario-depredadora comparte su mesa con los pobres para una excepcional pasada por el pavo trufado... falso todo de pies a cabeza, como los Reyes Magos de Oriente con ropajes prestados o las barbas del Papa Noel de utillaje.
Serán cada vez menos los niños que pierden el sueño por estas fechas en la vigilia de Reyes. Quizá el único rey aun esperado por unos cuantos credulones sea el de Afganistán. Lo único real de las Navidades seguro que apenas son las peladillas y el mazapán. Hasta el paquete regalo de la empresa es una mofa: contiene en tonterías menos de la quinta parte de los que te debe en concepto de plusvalías. Y falsos son seguramente, también, esos miles de grandes proyectos de futuro y felicidad hilvanados a la hora de las doce campanadas y las moscateles.
Pero que duda cabe de la necesidad del ceremonial. Nos queda el recurso de no ser credulon ni gregario, pero quizá vale la pena apuntarse al carro de la comedia, evadirse de este mundo romo y sus pesadillas para vivir un sueño de paraíso en esta sala de incurables.
O sea, escaparnos por instantes de la esfera racional y refugiarnos en la esfera de lo onírico, abrazando Reyes Magos y pajes mercenarios, Papas Noeles con barbas de naylon y demás patibularios personajes de la comedia. No es para nada bueno que todo sea verdad.