Veamos, este mundial de fútbol femenino que acaba de terminar, pese al apoyo recibido por los medios de este país en los medios (TVE hay que reconocer que se ha volcado en ello) sin embargo, a pesar de las notables audiencias, interés popular (que desde luego no ha sido poco), si bien vista la calidad de juego exhibido -no solo por la selección española , ojo! y ahora sí el logro de ganar todo un Mundial (que es cosa extraordinaria como lo es en la selección masculina) no detecto la algarabía a mi alrededor de gente de las horas, día siguiente con los consabidos pitidos, vuvucelas ( menos mal en este caso porque las llevo fatal
) oeeeeoeees, oooooes, en las calles, terrazas,...cuando lo que han hecho nuestras jugadoras ha sido toda una lección de buen fútbol, grande de hecho, que-como he escuchado esta misma mañana a un comentarista de radio, esta final ha estado mas amena, dinámica, entretenida, emocionante que algunas homólogas del sector masculino, o sea, que la excusa de que no hay nivel no me vale, no.
Insisto, desde luego ha habido seguimiento notable pero podría haber sido mucho mas, visto lo visto, personalmente observo que bastante ha tenido que ver el hecho de que se siga viendo -también en el deporte-ese enfoque estereotipo de lo que "debe ser" deporte para hombres y el que "debe ser" para las mujeres.
Un deporte en el que me temo que hay demasiada masculinidad frágil que se siente amenazada si ha de reconocer que en el deporte rey puede ser el de la reina igual y equitativamente.
¿Qué lecciones nos deja la Copa Mundial Femenina sobre este tema en la región? Que el desafío no sólo está dentro de la cancha, sino que fuera también.
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